Flaming Lips, una banda estadounidense de rock, tuvo una solución ingeniosa para poder hacer un concierto pero cuidándose del covid-19: colocar, tanto a los músicos como al público, dentro de burbujas individuales inflables.
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Durante los dos shows que realizó la banda en Oklahoma, hubo 100 burbujas en el lugar, en las que podían estar máximo tres personas en cada una.
Wayne Coyne, líder de la banda, fue quien tuvo la idea ya que suele “rodar” entre el público durante los conciertos.
La burbujas están equipadas de un parlante suplementario de alta frecuencia, para evitar que el sonido se escuche distorsionado; a su vez, de una botella de agua, un ventilador a pila, una toalla y un afiche para llamar a una asistente de la sala.