El presidente Nicolás Maduro parece dispuesto a mantener la actual situación de “opresión social” en el país, lo que podría conducir a los venezolanos a reeditar los llamados “motines del hambre” o “motines del pan” que se registraron en el mundo en la era preindustrial, advirtió este miércoles el politólogo Luis Salamanca.
Los estallidos y saqueos que se han registrado en el país en los últimos días demuestran que “la gente está enardecida por la falta de alimentos”, variable que si estuviera dirigida políticamente “podría generar hasta una revolución propiamente dicha, una revolución de verdad”, como la que ocurrió en Francia a partir de la toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789.
“Estamos en tiempos revolucionarios, solo que aquí ya no hay revolucionarios porque los chavistas pasaron a convertirse en los grandes conservadores del momento. Quieren mantener esta situación que es de opresión social, no hay ninguna duda, solo comparable con el clima de los estados absolutistas de la era preindustrial, donde no había ciudadanos sino súbditos; donde la gente moría de hambre y por ello estallaban los ´motines del hambre, los motines del pan´”, dijo el también profesor universitario.
“Las enormes y gruesas filas de gente buscando comida que vemos a diario indican que se ha recrudecido el desabastecimiento de alimentos, y al profundizarse esa variable tan fundamental para la sobrevivencia humana se agrava la crisis social, que tiene una dinámica propia y distinta a la dinámica política. Todos estamos sintiendo la escasez de productos básicos, esto ya no afecta solamente a los estratos más pobres de la sociedad”, aseguró.
“Esto coloca a la gente, primero, frente a un problema inmediato, que es que no consigue comida; y después frente a la incertidumbre de si podrá conseguirla mañana o pasado. Esos son ingredientes que generan lo que se conoce en psicología social como ´deprivation´” o “deprivación”, un término inglés para el cual aún no hay traducción oficial en español, y que se entiende como privación o desposesión, explicó.
Observó que este concepto es clave para entender la actual situación de los venezolanos, quienes súbitamente pasaron de un estado de abundancia proporcionado por la bonanza petrolera, a uno de carencias. “El caso nuestro no es el de Haití o el de algunos países de África, donde permanentemente han vivido en la pobreza. Nosotros venimos de un pasado de consumo de los mejores y más altos de América Latina”, señaló.
“Hoy la crisis de Venezuela es más profunda, y eso significa que la variable social es, inminentemente, un desencadenante de la crisis política, que no sé si el gobierno la está manejando. Ya la oposición ha advertido que ni siquiera ella podría contener un estallido popular. Los militares, hasta ahora, la han podido frenar un poco, pero cuando no han podido ha pasado lo que ocurrió dos semanas atrás en Zulia, lo que vimos la semana pasada en Petare, lo que se registró ayer en Sucre”, advirtió.
Aporreadita, pero aún es democracia
La situación social tiene su correspondiente reflejo en lo político. Un dato importante para entender el problema es que, al menos en lo conceptual, Venezuela sigue siendo una democracia constitucional. “Con muchos daños, muy desfigurada, muy deteriorada, pero aún así la gente sigue teniendo el poder de poner y quitar gobiernos”.
“Eso es clave. En ese contexto tenemos una sociedad que está deprivada desde el punto de vista social y económico porque no consigue alimentos, pero que tiene la posibilidad de que su deprivación pueda ser canalizada a través de la obtención de bienes políticos. Ya que no puede obtener valores materiales, como comida, obtiene valores políticos. Nosotros, que somos una democracia, tenemos un bien político constitucional que es el referendo revocatorio, mecanismo que la gente valora mucho en este momento por la crisis que sufre”, apuntó.
“Pero si el gobierno y el régimen impiden que la gente tenga la última decisión sobre lo que está viviendo, esta estará deprivada de manera absoluta. Y cuidado si esa pueda ser la peor situación en la que se encuentre un gobierno: tener una sociedad deprivada tanto en lo material como en lo político”, advirtió.
“El gobierno y el régimen están desposeyendo a los venezolanos de sus derechos a tener la última palabra sobre la situación que están viviendo. La gente está apelando al principio de que lo que nos pasa a todos, debe ser resuelto por todos. No lo puede resolver un grupito, que además no tiene competencia para ello, ni tampoco lo pueden resolver los militares”, aseguró.
“Para eso se está planteando el referendo revocatorio, para que la gente tenga en sus manos la posibilidad de decir ´yo quiero cambiar de director de orquesta, quiero que hayan otros músicos y quiero que me toquen otras piezas´”, prosiguió.
De esta situación, el escenario que resulta más preocupante al analista político es que el proceso descrito “se dé con la quiebra de lo poco que queda de la democracia y entonces entremos en una situación peor, gobernada ya directamente por la fuerza. Estamos en una situación en la que la lucha política puede estar ya dándose en términos directos, sin pasar por límites, por normas”.
En ese sentido refirió que la actuación del Consejo Nacional Electoral (CNE) frente a la solicitud hecha por la Unidad Democrática para que se convoque el referendo que permita revocar el mandato al presidente Maduro “demuestra que las normas se las están saltando permanentemente, que las están interpretando caprichosamente”.
“Una definición de tiranía es la de no gobernar de acuerdo con las leyes vigentes. Cuando un gobernante decide gobernar con base en su voluntad y no con base en las leyes, entonces estamos expuestos a sus caprichos, a su discrecionalidad, a sus intereses. Precisamente las leyes existen para sacar la voluntad del que manda del proceso político. La voluntad debe estar sometida a la ley, y no la ley supeditada a la voluntad del que manda”, concluyó.
Con Información de Nota de Prensa.
