El norte de la Amazonia ecuatoriana sufrió una de sus noches más oscuras de la historia el 7 de abril de 2020, luego que tres tuberías se rompieran y llenaron con más de 57.000 litros de petróleo los ríos Napo y Coca, convirtiéndose así en el mayor desastre socioambiental de los últimos 15 años.
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Este derrame no solo causó graves problemas en el ecosistema, sino que también afectó indirectamente a más de 120.000 personas y de manera directa a 35.000, de las que 27.000 son indígenas kichwas de 105 comunidades distribuidas en dos provincias, reportó El País.
“Compañero, vemos que baja aceite por el cauce del río, ayúdenos a reportar lo que está pasando. Los jóvenes salieron de pesca en la madrugada y al volver se encuentra todo su cuerpo lleno de petróleo, necesitamos ayuda urgente”, expresó Olger Gallo, presidente de la comunidad kichwa de Panduyaku, al medio español tras el suceso.
A un año de este hecho los líderes de los principales grupo indígenas se han unido para exigir sus derechos, aunque no contaron con tener que enfrentarse a la pandemia causada por la covid-19, enfermedad que ha cobrado casi tres millones de muertes en todo el mundo.