Migrar no resulta sencillo. Este el caso de cientos de venezolanos que se encuentran refugiados a cuatro kilómetros aproximadamente del centro de Leipzig, una ciudad al este de Alemania.
Eduardo es uno de estos venezolanos que se queja de las condiciones y la falta de privacidad en Max-Liebermann, lugar que está rodeado por una doble serca y a simple vista se suele ver como una cárcel. Además, él comparte un cuarto con seis personas.
Eduardo quien es exmienbro de un partido político de oposición venezolana, llegó al país europeo en el 2019 con la mentalidad de que el proceso de asilo eran “justo y organizado”. Sin embargo, aseguró que no lo es.