Alimenta la Solidaridad es una organización que fue fundada en el 2016, y desde entonces, tiene el objetivo de combatir la inseguridad alimentaria en Venezuela. Su enfoque central es ayudar a niños de los sectores populares que presentan un cuadro de desnutrición debido a la crisis alimentaria del país.
Según el análisis publicado en julio del 2020 por la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), un estudio realizado por investigadores de las principales universidades del país, se estima que en al menos uno de cada cuatro hogares hay inseguridad alimentaria severa por falta de alimentos y la disminución de recursos para atender cantidad y calidad de la dieta. En total, 74 % de los hogares reportan inseguridad alimentaria entre moderada y severa.
La población afectada es numerosa. Las ganas de servir de las organizaciones no gubernamentales son más grandes, pero mantenerse operativos no ha sido fácil.
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El 2020 para Alimenta la Solidaridad estuvo marcado de una serie de acontecimientos que pusieron a prueba su resiliencia: la crisis económica, las restricciones para evitar la propagación de la covid-19 y el congelamiento de sus cuentas bancarias en noviembre de 2020 ,a consecuencia de un procedimiento realizado a través de la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (Sudeban).
Todo eso puso en vilo la nutrición de más de 25.000 niños en situación de vulnerabilidad que residen en 14 estados del país, pues, dependen del alimento diario que es ofrecido en al menos 214 comedores.
La solidaridad es la fuerza que los une
Pese a la adversidad, en Anzoátegui iniciaron el 2021 con buenas nuevas y la fortaleza de contar con ciudadanos dispuestos al servicio de sus comunidades.
Tatiana Montiel, coordinadora del programa en el estado oriental venezolano, anunció el 22 de febrero la inauguración de un nuevo comedor. Se trata de una vivienda que ha sido adecuada para asistir en la alimentación a más de 50 niños que residen en el casco central de la ciudad de Lechería, ubicada en el municipio Diego Bautista Urbaneja.
Montiel reportó que ahora cuentan con seis comedores habilitados y atienden diariamente a más de 550 niños y madres lactantes con inseguridad alimentaria.
Los mismos están ubicados en:
· Barcelona: Tronconal II y Tronconal IV
· Puerto La Cruz: Refugio Divina Misericordia y Tierra Adentro
· Lechería: Aldea de pescadores de Santa Rosa y Aldea de pescadores en casco central
En el contexto de la pandemia de la covid-19, los espacios no se han cerraron. Los equipos han adecuado las infraestructuras para cumplir el distanciamiento físico, y en algunos casos, se ha cambiado la logística para llevar los almuerzos a los hogares.
Por entrega al prójimo
En la mayoría de los casos, las iniciativas han surgido de las mismas comunidades. Sus habitantes han identificado las poblaciones vulnerables y han hecho las gestiones para juntos cubrir las necesidades.
Tal es el caso de las hermanas María y Gladys Guaiquirian, quienes son madres colaboradoras y coordinadoras del nuevo comedor “Nuestra Señora del Valle”, ubicado en el casco central de Lechería.
María Guaiquirian , quien es una de las propietarias de la casa, narró que la concepción del proyecto surgió de manera espontánea.
“Como comunidad teníamos el anhelo de ayudar a los niños. Una vez que aprobaron el plan, comenzó la búsqueda del espacio. Todos conocen la labor de nuestra familia. Siempre hemos sido un hogar numeroso, lo integramos 27 miembros entre adultos y niños”, relató.
Continuó describiendo que “teníamos el espacio, los utensilios, las ollas grandes, todo grande. Siempre hacemos comida en grandes cantidades. Yo creo que por eso debíamos ofrecernos para cumplir con esta misión”, dijo entre risas.
Las madres colaboradoras sueñan con ver a los niños de su comunidad creciendo en bienestar, bien nutridos y con desarrollo óptimo.
Por su parte, Gladys Guaiquirian , otra de las coordinadoras del comedor “Nuestra Señora del Valle”, expuso que siempre ha procurado brindar su afecto a los demás a través de la comida.
“Trabajé por 12 años en un comedor de un colegio privado y los niños amaban la comida que preparaba. Sus madres siempre me preguntaban la receta y yo se las decía, pero nunca les quedaba igual”, confesó jocosamente.
Afirmó que espera, con todo el amor, para que esta obra perdure y permita que los niños puedan desarrollarse integralmente. Su meta es que estén contentos y sanos.
La adulta mayor, quien se desempeña como ama de casa, aseguró que “Yo pienso que los niños se van a sentir agradecidos porque eso para ellos es algo que nunca habían hecho en esta comunidad. Para ellos tiene que ser gratificante. Es algo bendito.”
Sueñan que el proyecto no solo atienda las necesidades alimentarias de los niños, sino que también aporte recursos pedagógicos para incentivar la educación.
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Sustentabilidad
Para que toda obra social se pueda consolidar, hace falta el auxilio de varios benefactores, quienes hacen posible el abastecimiento de toda obra no gubernamental.
Tatiana Montiel, coordinadora de Alimenta la Solidaridad en Anzoátegui, expuso que la meta más importante es lograr la organización comunitaria como un vehículo para la construcción de soluciones.
Precisó que toda acción va enmarcada en la realidad de cada sector, para ello, realizan jornadas intensas de pesquisas de desnutrición para atender los casos más álgidos.
“No queremos convertirnos en una alternativa asistencialista sino enseñar a las comunidades a reconocer sus derechos, a identificar oportunidades y a organizarse para mejorar su situación de vulnerabilidad”, sostuvo.
Montiel aseguró que los venezolanos cada día están más conscientes que el país está sumergido en una emergencia humanitaria compleja, y que eso nos pone en una situación de desventaja en toda situación.
Enfatizó que está convencida que el rol comunitario es indispensable para construir la Venezuela que todos sueñan.
Finalmente indicó que su cuenta en la red social Instagram @alimentalasolidaridadanz está disponible para canalizar aportes que promuevan la solidaridad y garanticen la alimentación de los niños con inseguridad alimentaria.
