Cada 27 de noviembre, el santoral católico rememora una de las apariciones de la Virgen María, que hace alusión al momento en que se apareció a Santa Catalina Labouré en 1830, en una escena que se convertiría en la imagen de una insignia popularmente conocida como la “Medalla Milagrosa”.
La aparición de la Virgen ante la novicia francesa Catalina Labouré tiene lugar en un momento en el que se sucedieron varias visitaciones celestiales de María, razón por la que el Papa Pío XII bautizó esta época, los años treinta del siglo XIX, como la “era de María”.