De Nueva York a “La Tumba”: El viaje que selló el destino de Fernando Albán

El concejal de Primero Justicia Fernando Alban, llegó a Venezuela el pasado 5 de octubre, luego de un viaje a Nueva York, Estados Unidos, donde visitó a sus hijos y su esposa, quienes se encuentran en el exilio, y acompañó al diputado Julio Borges a la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a denunciar la crisis humanitaria que vive Venezuela, sin pensar que eso le costaría la libertad y hasta la vida.

A su llegada al aeropuerto internacional Simón Bolívar en Maiquetía, estado vargas, lo esperaban funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), policía política del Gobierno venezolano, quienes no dieron respuesta de su paradero hasta el sábado 6 de octubre, cuando el parlamentario Julio Borges alertó que Albán se encontraba detenido en la sede de Plaza Venezuela de este cuerpo de seguridad, conocida como “La Tumba”, según Borges, esto habría sido una retaliación por la participación del Concejal en “importantes reuniones en la ONU”.

Luego de conocerse su paradero, Albán fue presentado el domingo 7 de octubre en tribunales, asignándole en primera instancia el Tribunal Sexto de Control del área metropolitana de Caracas, para luego remitirlo al Tribunal Primero de Control, único con competencia en terrorismo, ya que se le asociaba al caso del magnicidio en grado de frustración, por el cual también están detenidos el parlamentario Juan Requesens y siete venezolanos más.

Esta presentación sería la última aparición del concejal, quien iniciaba entonces su ruta al fatal desenlace: la muerte que se anunciaba desde 10 pisos de altura en el edificio administrativo del Sebin.

Alrededor de las 3:00 p.m. del lunes 8 de octubre la noticia se regó como pólvora, “El concejal Fernando Albán, detenido en el Sebin, se suicidó”, o al menos esa fue la versión oficial ofrecida por el Ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Nestor Reverol y el Fiscal Designado por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Tarek William Saab, quienes no se habían pronunciado sobre la detención de este ciudadano hasta su caída estrepitosa desde las alturas del centro donde estaba recluido.

Nestor reverol

Cabe destacar que la reacción de los funcionarios fue inmediata, sin investigar mayores detalles y aceptando lo que estaba a la vista, Reverol y Saab catalogaron la acción como suicidio, mientras que los compañeros, amigos, conocidos y familiares de Albán exigían una “respusta transparente” de lo que dentro de las instalaciones de la policía política habría ocurrido, pues su abogado, Joel García, destacaba que mientras el dirigente de Primero Justica caía de aquella ventana, los funcionarios solo decían que esperaban el traslado a los tribunales, donde se llevaría a cabo la audiencia del nuevo preso político.

La versión de suicidio fue desmentida por quienes alguna vez conocieron a Fernando y además por quien alguna vez estuvo en ese mismo lugar, el Sebin de Plaza Venezuela, “La Tumba”, Rosmit Mantilla, quien a través de un video difundido en sus redes sociales señaló que “a ese lugar solo subes cuando ellos te llevan, jamás estás solo, y subes cuando te torturan”, lo que insinúa que Albán fue víctima de torturas, tal vez las más crueles, tanto que lo llevaron a la muerte.

 

Ahí comenzó la especulación de todos, estudiantes, activistas políticos, compañeros de partido, compañeros de trabajo, amigos, familiares, venezolanos, todos especulaban sobre las verdaderas causas de la muerte, y bajo esa premisa, el martes 9 de octubre diputados de la Asamblea Nacional catalogaron de homicidio lo ocurrido con Fernando Albán y le rindieron homenaje en un acto solemne en el hemiciclo de sesiones del parlamento venezolano, claramente afectados por la perdida de quien ahora se convertía en un “martir de la lucha por la democracia”.

El ambiente de angustia, miedo y dolor se agudizó cuando al salir de la Asamblea Nacional, una tormenta azotó a la capital venezolana empapando a quienes seguían la carroza de Albán, tal como si el cielo se empeñara en esconder algunas lágrimas para mantener firme a quienes veían pasar aquella procesión.

Y así llegaron todos a la capilla de la Parroquia Universitaria de la Universidad Central de Venezuela (UCV), entre la lluvia y el llanto,  para seguir con el honor y duelo del Concejal. Así llegaron a la capilla para tratar de encontrar consuelo en la oración y prepararse para lo que será el último adiós que consternó a un país, por la naturaleza cruel y repentina de aquel fallecimiento.

 

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