OPINIÓN: La escasez de medicamentos evidencia una crisis humanitaria en Venezuela

El parapeto inventado por el gobierno para contrarrestar la alta escasez de medicamentos en Venezuela, no ha funcionado. Ni la creación del Sistema Integrado de Acceso a Medicamentos (Siamed), en abril de 2015; ni el Sistema de Suministro de Medicamentos 0800-Salud, en febrero 2016; ni la reactivación del “motor farmacéutico” en febrero de 2016; han sido efectivos para satisfacer la demanda de los pacientes venezolanos. Cada día es más la enfermedad y menos la cura.

Las farmacias venezolanas son ahora unas bodegas. Al entrar, se pueden apreciar variedad de elementos y artículos. Menos aquellos que el cliente necesita: medicinas. Los farmaceutas han afirmado que los medicamentos que reciben no representan ni 20% de la demanda. La escasez de medicinas en hospitales públicos es de 95%, y en el sector privado 85%.

El venezolano promedio debe visitar en un día unas seis farmacias en su épica búsqueda por un medicamento, sea para la enfermedad que sea. Pacientes con enfermedades crónicas y otros con un simple resfriado están sufriendo las consecuencias. Anticonceptivos, antihipertensivos, para el control prenatal y diabetes, antibióticos, antialérgicos, entre otros. Los fármacos brillan por su ausencia en los estantes.

Por un lado, representantes de la industria farmacéutica han denunciado en reiteradas ocasiones que no se les ha asignado las divisas para importar la materia prima y reactivar la producción. La Cámara de Industrias Farmacéuticas indicó que en lo que va de año, el sector ha recibido menos de 300 millones de dólares, monto insuficiente para incrementar la fabricación de fármacos.

De acuerdo con la más reciente Memoria y Cuenta del Ministerio de Salud, en 2015, el Servicio Autónomo de Elaboraciones Farmacéuticas (Sefar) fabricó 714.740 unidades de “medicamentos esenciales que cumplen estándares de calidad”. Esto representa 92% menos que las 8.035.701 que produjo en 2014.

Por otro lado, algunos medicamentos están siendo vendidos a Venezuela con un sobreprecio de aproximadamente 1000%. Así lo denunció el 11 de agosto, el diputado José Manuel Olivares. Señaló que medicamentos como Losartán Potásico, para la hipertensión, Metronidazol y otros fármacos fueron adquiridos por el gobierno a Uruguay y Argentina ya con un incremento que no es el estimado. Lo que fomenta también la escasez.

Como consecuencia, la reventa informal de medicamentos se ha disparado. Personas que tienen acceso a los productos, los comercializan en el “mercado negro” con un sobreprecio de 300%. Estos ilícitos farmacéuticos suelen ser adulterados, tienen etiquetas falsas o no tienen registro sanitario, y son vendidos en redes sociales o por buhoneros.

Los quioscos, panaderías, quincallas, perfumerías, abastos, mercados populares o puestos de buhoneros son establecimientos irregulares para la venta de medicinas.

Estos podrían ser, quizás, solo datos y cifras. Pero el aumento de las enfermedades y de las muertes a causa de la falta de tratamiento, además de la desidia en centros asistenciales, es el reflejo de una evidente crisis humanitaria. El problema suscitado por la mala gestión del gobierno bolivariano representa una desvalorización de la vida y de la salud, así como de los derechos humanos. El desabastecimiento de los fármacos se suma a la serie de abandonos que sufre hoy en día el sistema de salud venezolano.

La alarma está encendida. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció en julio la escasez de medicinas. “Esta situación ha conducido a un deterioro muy significativo de las condiciones de vida en el país”, señaló el organismo. Este y otros entes internacionales están atentos a las medidas que pueda tomar el chavismo en detrimento de los venezolanos y del riesgo que representa para la vida la crisis de medicamentos.

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