Durante las últimas horas, el caso de la niña británica Madeleine McCann, desaparecida en Portugal hace 16 años, ha tomado un vuelco inesperado porque una joven llamada Julia Faustyna asegura a través de sus redes sociales que ella podría ser la menor y pide que le hagan una prueba de ADN.
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La mujer polaca, de 21 años, señaló que ella tiene una peca en las piernas y un punto en el ojo en los mismos lugares que McCann, además en videos compartidos en una cuenta de Instagram llamado “Soy Madeleine McCann”, dijo que no está segura de su verdadera identidad o edad.
“Creo que puedo ser Madeleine. Necesito una prueba de ADN. Los investigadores de la policía del Reino Unido y Polonia intentan ignorarme. Contaré mi historia en publicaciones aquí. Ayúdame”, escribió la mujer en la red social.
Sus publicaciones e imágenes generaron miles de comentarios pidiendo que se investigue el perfil, que ya cuenta con más de 15,7 mil seguidores, mientras otros cuestionan la verdad detrás de las declaraciones de Faustyna
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Hasta ahora, las autoridades no se han pronunciado sobre las declaraciones de la joven polaca.
Claves del caso
El 3 de mayo de 2007, la familia McCann se encontraba de vacaciones en el resort Ocean Club de la ciudad turística Praia da Luz, en el sur de Portugal. Ese día, los padres salieron a cenar con un grupo de amigos y Madeleine, de 3 años, junto a sus hermanos menores gemelos se quedaron dentro del alojamiento.
Cuando Kate y Gerry McCann regresaron a la habitación descubrieron que su hija no estaba. A partir de ese momento, comenzó la búsqueda y días después las autoridades portuguesas señalaron que Madeleine posiblemente fue secuestrada.
Meses después, la policía señaló a los padres como sospechosos, pero estos en 2008 publicaron un boceto de un hombre presunto responsable de lo ocurrido.
Dos años más tarde, la pareja publicó un libro sobre el caso y posteriormente compartieron una imagen generada por computadora de cómo podría verse Madeline a los 9 años. En ese momento, las autoridades de Portugal rechazaron abrir una investigación, mientras los detectives del Reino Unido intentaban esclarecer los hechos con un financiamiento que alcanzó los 14 millones de dólares.
No fue hasta junio de 2020, cuando identificaron al principal sospechoso como Christian Brueckner, un preso alemán de 43 años, quien actualmente cumple una condena por abuso sexual a una mujer en la misma localidad donde desaperció la niña.
