Las malas políticas públicas causaron la desgracia en una familia que habita en el barrio La Florida en Coro, estado Falcón.
En la calle que está frente a la casa de Gisela Gutiérrez abundan pozos y huecos en los que se mezclan desperdicios, aguas blancas y aguas negras.
En estos pequeños sumideros se alojan gran cantidad de bacterias y son atraídos varios tipos de mosquitos que pueden transmitir enfermedades mortales si no se atienden a tiempo.
Dos de los nietos de Gutiérrez se contagiaron con una bacteria, cuyo nombre desconocen, y que rápidamente les quitó la vida.
“Cuando me tocan el tema de los niños yo me pongo mal porque no sé por qué nos tenían que pasar tantas cosas y eso me llega al alma. Cuando yo veo las aguas negras me pongo a hablar con Dios para que no sucedan más cosas porque esto es triste”, contó la mujer.
Primero fue Camila, de dos años, en el 2019. Según el relato de la abuela todo empezó con una fiebre alta que no tenía ninguna explicación hasta que finalmente descubrieron qué era.
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Luego en el 2020 el más pequeño de sus nietos, pasó por la misma situación. “El médico dijo que era una infección y yo le dije que tenía que tener algo más, me preguntó si le hicieron un seguimiento a la bacteria de mi otra nieta y yo le expliqué que frente a mi casa tengo un vertedero en el que se mezclan aguas blancas y negras”, aseguró Gutiérrez.
La madre de los niños decidió irse a Colombia y le dejó otros dos a Gisela en una casa que no está en condiciones óptimas: no tienen muebles, cocina y el techo está sumamente deteriorado.
Gutiérrez aún guarda la esperanza de que pronto las autoridades se hagan cargo de la limpieza de las calles y así no tener que volver a pasar por un hecho similar.
“No quisiera ver que mis hijos y mis otros dos niños sufrieran lo mismo porque por donde uno mete la cara o mete la boca hay barro, ¿que no se consigue uno en esos charcos?, ¿quién no se contamina así?”, manifestó.
