La técnica de perfusión regional normotérmica (PNR) aumentó la cantidad de órganos que se pueden utilizar exitosamente en trasplantes. Sin embargo, médicos de Estados Unidos cuestionan la moralidad del procedimiento ya que indican que es como traer un muerto a la vida.
En la ejecución del procedimiento, por ejemplo para un trasplante del corazón, se hace circular la sangre oxigenada de la persona muerta dentro del cuerpo hasta que el órgano vuelve a latir. Los donantes padecen un daño cerebral catastrófico que los mantiene vivos artificialmente.
Previo consentimiento de su familia, los médicos desconectan el soporte vital y se produce un paro cardiorrespiratorio. Cuando el paciente es declarado muerto, con ayuda de una máquina, los galenos bombean la sangre del donante para reactivar el funcionamiento del corazón y los pulmones. Esto les permite evaluar si el órgano es apto y evitan que se deteriore.
La innovadora técnica se practica desde hace años en países como Australia, Reino Unido, España, Francia, Portugal, Italia o Suecia. Sin embargo, en Estados Unidos, indican que reiniciar la actividad cardiaca de la persona fallecida es resucitar al muerto.
Así lo manifestó el Colegio Americano de Médicos, quienes pidieron suspender la práctica por exponer “profundas cuestiones éticas con respecto a la determinación de la muerte”. Esta postura es apoyada por algunas organizaciones de procuración de órganos, destacando que lo esencial es respetar los derechos del donante muerto.
Es por esto que la organización, New England Donor Services, está en proceso de implementar la PRN solo para trasplantar órganos abdominales. La idea es “evitar una circulación más amplia en el cuerpo del donante y así evitar el reinicio del corazón”, señaló la presidenta Alexandra Glazier a BBC Mundo.
