En el marco de la CXX Asamblea de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), los arzobispos y obispos expresaron su preocupación por la “desatención” a las problemáticas que atraviesa el país: altos índices de desnutrición, la migración forzada y la pobreza generalizada producto de la crisis humanitaria.
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“Nos preocupa la pobreza generalizada, la fractura de las familias producto de la migración forzada de millones de venezolanos y el creciente número de adolescentes y adultos mayores desnutridos, la inequidad social, el deterioro de los servicios públicos y de salud”, declaró el monseñor Ulises Gutiérrez, vicepresidente de la CEV.
En la lectura exhortación pastoral de este miércoles, Gutiérrez también denunció el “desmantelamiento” de las industrias básicas, la falta de seguridad jurídica y la “corrupción e impunidad generalizada”, así como el deterioro ecológico que afecta principalmente a las comunidades indígenas y la presencia de grupos irregulares armados en varias zonas de Venezuela.
Asimismo, añadió que la institución católica, constató la “sordera y desatención” de parte de las autoridades para resolver los múltiples problemas que padece la sociedad venezolana, resaltando la deserción escolar y bajos salarios de los profesores, así como la “violación de derechos humanos y políticos que lleva consigo la persecución, inhabilitación, represión y tortura de las libertades”.
“Venezuela luce el rostro de un país fracturado a pesar de la gran capacidad que ha mostrado nuestro pueblo, por la que muchos conciudadanos siguen buscando resolver sus problemas”, agregó el monseñor.
Aseguró que la iglesia católica venezolana aspira alcanzar el bienestar de los venezolanos a través de tres verbos presentados por el papa Francisco como guía del proceso sinodal: “encontrar, escuchar y discernir”, por lo que resaltó la importancia de construir un proyecto de país “por encima de intereses particulares e ideologías”
