Hijos dejados atrás, consecuencias de una diáspora sin precedentes

Celia Viloria, junto a su nieta de siete años. Foto: VPItv

La constante migración en Venezuela ha causado la ruptura de una gran cantidad de familias y son muchos los niños que deben quedarse en el país bajo la tutela de sus abuelos o representantes mientras sus padres tratan de buscar un mejor futuro.

Ese es el caso de los abuelos Terán Viloria quienes quedaron a cargo de sus dos nietos, una niña de siete años y un niño de cinco, los padres están en Colombia trabajando.

Giselle Valentina, la mayor de los infantes, padece de una condición especial y es que tiene el Síndrome de Canavan, un trastorno neurodegenerativo que no le permite caminar, hablar o ingerir alimentos sólidos.

“Cuando la niña nace, nace normal y se le viene detectando a los 4 meses porque hacía muchas cuestiones en la carita como de niño con Síndrome de Down, no se volteaba. La llevamos al médico y le mandaron a hacer una resonancia, varios estudios. Es fuerte porque ella pesaba 4 kg -5 kg, se nos ahogaba mucho, su desarrollo fue fuerte”, explicó la abuela, Celia Viloria.

La señora Viloria se encarga de cuidar a sus dos nietos mientras su esposo, Gerardo Terán, trabaja reparando televisores. Por lo poco que devengan se ven obligados a tener que decidir entre alimentarse o cumplir con los tratamientos que requiere Giselle.

La familia, que vive en el municipio Valera del estado Trujillo, habita una casa adjudicada por las autoridades y en un sector vulnerable.

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“Yo la llevaba para las terapias pero desde que empezó el virus no la he podido llevar más. Le hacían ejercicio en las manitas, en las piernitas para que tuviera más fuerza. Ahorita le estoy dando vitaminas, carnisin, protector gástrico, para los cólicos, le mandaron a hacer un estudio en la cabeza pero no he podido porque hace como ocho meses me costaba $60”, aseguró la mujer.

La madre de la niña trabaja en el vecino país en la economía informal, vendiendo café, pero según lo que le ha relatado a su madre, ha pasado por situaciones difíciles y quiere regresar a Venezuela el próximo mes de diciembre. “A veces deseo que se venga porque la niña es como una bomba de tiempo”, afirmó la señora Celia.

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