Miliandrys Querales de 28 años tiene cinco hijos, es madre soltera y no trabaja. A pesar de estar separada del padre de los niños, el hombre cumple con la responsabilidad de ayudarla económicamente cada fin de semana.
“Mi mamá trabaja y también me ayuda mucho. De proteína solo comemos huevo porque si son por lo menos $20 que agarro, me alcanza nada más para cuatro harinas, uno de pasta, uno de arroz, el aceite, la mantequilla, azúcar, les compro una avena, a veces me alcanza para comprarles la leche, a veces no”, aseguró Querales.
Su hijo de 10 años es especial, tiene síndrome de down, y en su última visita al médico le fue diagnosticado un grado de desnutrición. Según los especialistas su peso debería estar por encima de los 30 kg y la realidad es que pesa 24 kg.
Otro caso es el de la joven Yessica Arevalo, quien tiene dos hijos, y cuida de sus sobrinos a diario. Su sobrina de cuatro años tampoco cumple con el peso estipulado.
“Ella siempre ha tenido desnutrición desde que nació. Mi cuñada la llevó al médico y la metieron en una broma de nutrición”, dijo.
En el mismo sector vive Zulin Rodríguez, madre de siete hijos, la mujer relató que vende distintos tipos de alimentos, como empanadas o panes, para poder generar dinero y darle de comer a sus hijos. “No podemos comer todos los días pollo o carne pero si se hacen las tres comiditas”.
Varios organizaciones ayudan a los vecinos de esta comunidad, recientemente una iglesia evangélica realizó una actividad que lamentablemente culminó con la intoxicación de 58 de los niños beneficiados con los alimentos.
#RostrosDeLaCrisis | Aguerridas y luchar hasta el final. Así son las madres venezolanas por el bienestar de sus hijos. Esta es la historia de Miliandrys Querales, en Lara.
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— VPItv (@VPITV) November 15, 2021
“Ellos le dieron chupetas, caramelos, cotufas y un arroz chino con carne, pollo, mortadela y chorizo. Como a la hora empezaron esos niños a vomitar, mi hija fue la primera”, explicó Rodríguez.
Un condimento presuntamente descompuesto generó la reacción que afortunadamente no pasó a mayores. Los niños de Querales y Arevalo también estuvieron entre los afectados.
“Me da mucho miedo porque al niño mío se le pusieron los ojos hundidos y él lloraba porque le dolía la barriga. Mi sobrinito es el que estaba más pálido”, afirmó Yessica.
“Ese día sentí que los perdía, de solo verlos y como venían tirados en ese carro fue terrible para mí”, indicó Miliandrys.