Si hay algo que caracteriza a gran parte de la juventud en nuestros tiempos es su desconfianza frente a las propuestas provenientes desde el campo político partidista. A veces esa desconfianza se manifiesta a través de la indiferencia, el desdén frente al discurso o la poca participación.
En principio hay que entender que no hay definición exacta del concepto “joven” ya que no se puede circunscribir al plano biológico o cronológico. En el sentido político el “joven” más que singular es una categoría social plural por lo que es correcto definirla como “jóvenes”.
Una encuesta desarrollada por la Universidad del Rosario en Colombia, en noviembre del 2021, con motivo al proceso electoral reciente en este país, tanto del parlamento como presidenciales, señaló que las emociones que los políticos generaban en un tercio de los jóvenes consultados eran de desagrado, desilusión, frustración y rabia lo que dice mucho del abismo existente entre la política y los jóvenes votantes.
Esto es particularmente importante cuando se estima que los jóvenes representan entre el 25 al 32 por ciento de la población electoral en Latinoamérica y en promedio ejercen su derecho al voto entre 50 y 60 % de los mismos.
Sin embargo, esto no quiere decir que los jóvenes no tengan interés en temas que conforman su propia agenda política. Hemos visto grandes liderazgos jóvenes en temas sensibles como la protección y conservación del medio ambiente, las energías renovables, la economía circular, defensa de los derechos humanos, diversidad sexual, derechos civiles, entre otros.
Todo conforma una multitud de intereses y de lo que se trata es de identificar la conexión emocional, el clic que establezca una clara relación entre nuestra propuesta político electoral y ese colectivo.
Para los estudios políticos, la juventud votante está comprendida entre los 18 y los 30 años. Sus intereses pueden ser variables, pero la encuesta realizada por la Universidad del Rosario indica que este segmento de la población vota y selecciona su candidato por razones como la propuesta que presente el mismo, el perfil, la ideología, las conversaciones con la familia, el partido o movimiento del candidato y las conversaciones con los amigos.
Los jóvenes defienden claramente sus espacios. Son apasionados cuando se identifican con una causa. Prefieren la acción que el discurso y siguen personas que representen sus ideales más que a instituciones y organizaciones políticas frente a las cuales sienten una creciente desconfianza.
Adicionalmente, creen en líderes que sepan comunicar y respondan a sus códigos, de manera sencilla y clara a través de sus redes. Muy al contrario de lo que se pudiera pensar, los jóvenes son una fuerza política activa si se logra llamar su atención y su compromiso.
El discurso político y la juventud
La propuesta es el principal atractor del candidato hacia el segmento jóvenes del electorado. Como toda propuesta política la misma debe ser sencilla, directa, creíble y comunicable.
Para ser creíble es importante que el candidato esté claro sobre su identidad, sobre aquellos valores y principios por los cuales lucha y aspira llegar al poder. Si cree en el tema ambiente, vida sana, cercanía con la naturaleza puede hacer más fácil clic con aquellos jóvenes que estén en la agenda ambientalista.
Además de la credibilidad, el candidato debe tener y demostrar compromiso con la causa, es decir, debe pasar del discurso a los hechos ofreciendo la seguridad de cumplir con la propuesta temática de los jóvenes.
Captar este electorado no se trata tampoco de un tema relacionado con la edad. A veces la juventud de un candidato puede ser una ventaja, pero si su discurso luce anticuado y fuera de la agenda propuesta por los jóvenes (demasiado conservador, poco práctico, complejo, etc.) la ventaja de la edad se pierde.
Son muchos los casos de candidatos de edad que han contado con el apoyo de una base electoral mayoritariamente joven. Son candidatos que han logrado el clic emocional con este segmento poblacional, con su agenda y sabiendo comunicar su discurso.
Pero ojo con esto: una investigación publicada en julio pasado en The New York Times titulaba, de forma contundente, lo siguiente: “Los votantes jóvenes están hartos de sus líderes (mucho) mayores” y en el sumario lo explicaba: “Representados por políticos que a menudo le triplican en edad, muchos votantes menores de 30 años en Estados Unidos están ansiosos de rostros e ideas nuevos”.
En el articulo se refieren a una tensión generacional que causa frustración entre los jóvenes entrevistados. Una encuesta del The New York Times y el Siena College entre jóvenes de 18 a 29 años reveló que casi la mitad de ellos cree que su voto no hizo ninguna diferencia. Es decir, estos jóvenes perdieron la empatía entre el discurso de sus candidatos y los resultados. Se ha perdido también la credibilidad y se duda del compromiso de sus elegidos con su agenda.
Intereses y códigos
Hay que recapitular aquí en aspectos que ya hemos mencionado. Los jóvenes, de forma mayoritaria, no votan por partidos u organizaciones partidistas. Ellos votan por candidatos que deben representar su agenda.
Exigen de sus candidatos el mayor nivel de compromiso con el cumplimiento de la propuesta. Exigen acciones claras en tal sentido y carecen de la paciencia de otras generaciones por lo que su apoyo puede variar rápidamente.
Ante estos elementos, el candidato que procure la conquista y la atención de los jóvenes debe estar atento a la permanente actualización de intereses en este segmento poblacional. Hoy, por ejemplo, su agenda ambiental puede estar enfocada a la protección de una reserva natural, pero, dentro de esta misma línea, su enfoque puede evolucionar hacia la reforma de una ley que facilitaría la protección de la reserva.
Es importante entender que, en este grupo poblacional, los intereses y agenda evolucionan con más rapidez que en otros segmentos y los jóvenes percibirán mayor o menor compromiso del candidato con su agenda en la capacidad que este tenga de ir a la par de los cambios.
Sus códigos de comunicación son más visuales y auditivos por lo que es claro que el discurso político para este segmento poblacional debe ser pensado tomando en cuenta esta variable. El discurso debe ser claro, sencillo y directo.
Explorar los canales
La casi totalidad de los jóvenes se “informan” o “desinforman” a través de las redes sociales. Un reciente estudio de Forrester Consulting, BuzzFeed y Mediavest/Spark señala que los jóvenes están privilegiando a las redes sociales por encima de los buscadores para obtener información y contenidos.
Las redes sociales les permiten interactuar con los generadores de contenidos por lo que consideran que se “toman en cuenta sus opiniones” y asumen que son parte de una comunidad. Según este mismo estudio los jóvenes pasan 45% más tiempo que los mayores de 30 años consumiendo contenido por esta vía.
Tienden a privilegiar la información audiovisual que ofrecen redes y el grado de aprobación al contenido al cual acceden determina su decisión final de compartir esta información.
En consecuencia, si usted quiere hacer llegar su mensaje político a jóvenes debe hacerlo a través de redes sociales, de alto contenido audiovisual, directo, de impacto, breve, empático. Este es su canal de comunicación para dirigirse a la audiencia joven.
Finalmente, conquistar un electorado de jóvenes depende de un equilibrio claro entre su discurso, la capacidad de generar empatía con los intereses y los códigos de esa audiencia, además de la escogencia adecuada de sus canales de comunicación.