El 12 de junio de 1917 murió en la ciudad de Nueva York la caraqueña María Teresa Carreño, ícono de la cultura y música venezolana.
Ese año, cuando se disponía a realizar una gira por América Latina comenzó a quebrantarse de salud, por lo que su médico le aconsejó que cancelara su gira y retornara a Nueva York.
Allí le fue diagnosticado parálisis parcial del nervio óptico, que amenazaba con extenderse al cerebro.
Pese a haber seguido todas las indicaciones médicas, Teresa Carreño murió el 12 de junio en su apartamento en Manhattan.
En su funeral, celebrado dos días después, Louis Kaufman Anspacher, por entonces decano de la Universidad de Columbia, pronunció un discurso en honor a la artista. Durante el sepelio fueron interpretadas obras de Fanny Mendelssoh.
Sus colegas Ignacy Jan Paderewski, Mischa Elman, Albert Spalding, Charles Steinway, Ernest Hutcheson, Walter Damrosch, Walter Rothwell, Josef Stránský y Franz Kneisel, llevaron en andas su ataúd.
Posteriormente sus restos fueron incinerados. En 1938 sus cenizas fueron llevadas a Venezuela y desde el 9 de diciembre de 1977 reposan en el Panteón Nacional de Caracas.
El principal complejo cultural de Caracas, inaugurado en 1983, lleva su nombre (Teatro Teresa Carreño) en su honor.
A Teresa Carreño la reconocen muchos expertos como la pianista más prolífica de América Latina durante los siglos XIX y XX.
También como una de las pianistas y compositoras más importantes del mundo considerando lo inusual que era una mujer de su época dedicada a esa profesión.
