El pasado sábado 10 de marzo falleció el diseñador francés Hubert de Givenchy, ícono de la moda, a los 91 años, según informó su pareja, Philippe Venet.
Venet afirmó que Givenchy murió mientras dormía, por lo que no sufrió. “Los actos fúnebres se celebrarán en total intimidad”, destacó.
“El eterno aprendiz”, como le gustaba definirse, había presentado su última colección en el Gran Hotel de París en 1995. Lo cerró con un homenaje a sus 80 obreras y bordadoras, en blusas de lino blanco sobre el podio. Una inmensa emoción para este gran trabajador, que llegaba al atelier a las siete de la mañana, se enfundaba en su guardapolvo blanco y trabajaba codo a codo con ellas, durante 43 años de su vida.
“Yo dejaré de hacer vestidos pero no de descubrir. La vida es como un libro. Hay que saber dar vuelta la página”, dijo a la hora de su adiós.
Givenchy liberó a la mujer del corset de posguerra, crea una silueta fluida, perfecta, como la de Audrey Hepburn y su vestido negro de la película “Desayuno en Tiffany’s”. Una leyenda del buen gusto, con sombreros perfectos, graciosos, sublimes pamelas.