OPINIÓN | Hasler Iglesias: Autodestructivos

La complejidad del ser humano ha sido objeto de profundas discusiones a lo largo de los siglos. Un elemento que no logro comprender, y que es digno de ser considerado en la Venezuela de hoy, es la capacidad de asumir posturas autodestructivas. Me refiero a ese resultado de la frustración y la desesperanza que lleva a muchos a desear el mal de los iguales, de los que se encuentran en la misma lucha que ellos, ignorando -o no queriendo ver- que el mal que cae sobre uno, en realidad es el mal cayendo sobre todos. 

Me refiero a algunas reacciones que he leído en las últimas horas respecto a la oposición venezolana. Ante la amenaza de que el régimen siga avanzando en el desconocimiento de las instituciones democráticas que todos elegimos, algunos proclaman a viva voz que “ellos se lo buscaron”, “se lo merecen”, “conmigo no cuentan”, “vayan a ver quién los salva”. Todas estas frases provenientes de opositores seguramente comprometidos con la causa de la libertad, pero cegados por las emociones tóxicas que nos acechan a todos los venezolanos y que son en realidad el primer enemigo que hay que vencer. 

Quizás hemos vivido tantos años bajo el personalismo y el culto a la personalidad que hemos extrapolado esa lógica a las situaciones contrarias: Cuando algo está en riesgo, creemos que en realidad el peligro recae sobre las personas que representan ese algo. Pero… y ¿qué tal si se trata de la institución que representa verdaderamente a la población, en su expresión diversa y plural? Más aún, ¿qué tal si estamos hablando de la única institución del poder público nacional que fue rescatada por todos nosotros y en los últimos meses nos ha llevado lo más cerca que hemos estado de la libertad?

Parece que los afectados no van a ser sólo los diputados que la conforman, sino todos en el país. Así como con la expropiación de Agroisleña no sufrieron exclusivamente sus dueños, accionistas y trabajadores, sino todo el país que perdió un pilar fundamental del proceso productivo de alimentos. Así como con el cierre de RCTV no sólo se afectaron los trabajadores y su junta directiva sino todo un país que vio cerrarse una ventana para informarse y expresarse. Cada institución atacada por la dictadura, cada preso, cada asesinado, cada perseguido, cada expropiación, no es sólo una persona o una institución lejana, un tercero cuyos problemas no tienen importancia porque todos tenemos los propios. ¡No! Es un reflejo del ataque sistemático que tiene una dictadura sobre todos sus ciudadanos, sí, sobre ti y sobre mi, sobre todos. Cada víctima en realidad condensa dentro de sí a todas las víctimas. 

En una situación de altísimo riesgo no tiene sentido, no tiene lógica, no es sensato, no es inteligente ni correcto celebrar que la dictadura vaya por uno más. La realidad es que está viniendo por ti, y tú lo celebras, lo aplaudes y lo pregonas orgulloso/a por redes sociales. Con esto no quiero que te conviertas en defensor a ultranza de nadie, sino que seas dueño de tus emociones. Sí, dueño de tus emociones. La dictadura en su afán totalitario quiere dominarte por medio de la frustración, de la desesperanza, del sentir que tú y sólo tú tienes la razón y todos los demás están equivocados, del escepticismo y la desconfianza. En definitiva, por actitudes que nada tienen que ver con la democracia. El demócrata admite que otro puede tener la razón, que puede estar equivocado, que aunque el otro piense distinto debe tener derecho a expresarse, que aunque no coincida con sus métodos debe tener derecho a implementarlos. La democracia se construye desde hoy, con nuestras actitudes, palabras y acciones. Cuando llegue el cese de la usurpación será demasiado tarde para comenzar por lo más básico. 

Hoy quiero que hagas consciente esto. Que entiendas que salir a la calle no es abultarle la foto a ningún político, es expresarte tú, legítima y cívicamente. Que entiendas que arriesgarlo todo no es ser carne de cañón de nadie, es ser leal a tus principios y aspiraciones de libertad. Que entiendas que defender a una institución o a una persona de los desmanes de la dictadura no te hace el presidente de su club de fans, te hace un ciudadano, un demócrata de esos que necesitamos para reconstruir a Venezuela. 

Hoy quiero pedirte que seas dueño de tus emociones y no sucumbas a la desesperanza, odio, ira, escepticismo, desconfianza y frustración que el régimen quiere que sientas. Vamos a salir de esta, pero sólo si no somos autodestructivos.

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