La semaglutida es un medicamento que se utiliza en Estados Unidos para la pérdida de peso y de la cual los expertos han empezado a advertir sobre sus riesgos pese a su popularidad y escasez en las farmacias del país.
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Desde la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA, en inglés) de EE. UU. indican que náuseas, dolor de estómago, vómitos y diarrea son algunos de los efectos secundarios de la semaglutida. Su prescripción, resaltan, debe ir de la mano con una dieta baja en calorías y un régimen de entrenamiento físico.
Los pacientes medicados con este supresor de apetito también pueden sufrir dolor de cabeza, fatiga, indigestión, mareos, distensión abdominal, flatulencia, gastroenteritis y enfermedad por reflujo gastroesofágico.
“No debe usarse en pacientes con antecedentes personales o familiares de carcinoma medular de tiroides o en pacientes con una enfermedad rara llamada síndrome de neoplasia endocrina múltiple tipo 2”, advierten desde la FDA.
Pese a estos efectos secundarios, la semaglutida ha tenido buena aceptación entre quienes buscan un método para perder peso de forma eficaz y rápida tanto en EE. UU. como en Reino Unido.
En este último país, el Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención (NICE) informó que el uso de la semaglutida ayuda a una reducción de peso superior a 10% siempre que su medicación vaya de la mano con un plan de alimentación y de ejercicios adecuado.
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