Los pacientes renales en Venezuela se han convertido en unos supervivientes, debido a que los tratamientos de diálisis ofrecidos por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) se cumplen de manera irregular.
Es el caso de Omaira Álvarez, de 68 años de edad, quien diariamente clama por ayuda. Padece de insuficiencia renal y la falta de tratamientos hacen que su calidad de vida disminuya cada vez más.
Hinchazón en piernas y pies, ritmo cardíaco inestable y dificultades respiratorias son algunas de las consecuencias que debe enfrentar Álvarez al no poder cumplir con la diálisis como debería.
“Antes me ponían tres horas, tres y media, ahorita dos horas cuarenta, una y media y eso es el residuo que le va quedando a uno en el cuerpo, la mala diálisis”, contó.
A su situación se suma que desde hace ocho meses tiene instalado un catéter temporal que debía ser cambiado cada 15 días y por la grave crisis económica esto se ha hecho imposible.
“Los medicamentos que te enseñó mi hijo son regalados, no tengo para comprar nada. Esto que yo tengo puesto no me sirve y se me despega”, aseguró la mujer.
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Sus hijos son quienes se encargan de cuidarla y están en una zozobra constante al pensar que no cuentan con los recursos para atenderla si la enfermedad causa estragos más graves.
“Se ha muerto mucha gente con la que hemos tenido trato. Yo me desespero, yo llego aquí y no encuentro que hacer. Le digo a mi hermano que qué va a pasar si ese día llega, ¿Qué vamos a hacer con ella? No sé, porque con esta situación no es como antes que tú podías buscar ayuda en los vecinos y te ayudaban, ahorita lo quieren hacer pero cómo si todo está caro”, dijo Leidy Álvarez.
Omaira necesita ayuda con sus medicamentos, con un tensiómetro y un ventilador porque el clima no le hace bien en los momentos en los que tiene la tensión alta. “Les pido que me ayuden”, exclamó.
