La Universidad de Los Andes atraviesa el momento más crítico de su historia

Sin duda alguna, la covid-19 y la administración de Maduro han afectado el ámbito social, económico y educativo del país gravemente.

En el último año, miles de estudiantes y profesores tuvieron que adaptarse a otras modalidades para seguir formando parte de las universidades, sin embargo, la cifra de quienes desisten de ello se incrementa cada vez más.

Este es el caso de la Universidad de Los Andes (ULA) en el estado Mérida, que recibía a más de 10.000 personas anualmente para iniciar sus carreras académicas o para trabajar allí, ahora eso no es más que un bonito recuerdo.

Según el rector de la ULA, Mario Bonucci Rossini, la educación superior ha ido menguando con el pasar de los años porque esto forma parte del plan del régimen.

“En primer lugar no nos asignan ni siquiera un presupuesto justo o uno injusto. En este momento ni siquiera presupuesto ha llegado, han trascurrido prácticamente cuatro meses y no hemos obtenido ni un solo bolívar”, aseguró Bonucci.

Para el catedrático, la situación va a empeorar al finalizar la pandemia pues el personal docente y administrativo no va a querer regresar a ocupar sus puestos de trabajo para devengar bajos sueldos.

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“Estoy absolutamente seguro de que un porcentaje bien significativo va a renunciar porque es mucho más rentable trabajar en la calle vendiendo pastelitos, vendiendo tortas que haciendo academia y construyendo país”, indicó el rector.

La deserción no es solo de los profesores, también los alumnos se han visto obligados a dejar de estudiar, ya sea porque se van del país o porque simplemente tienen que dedicarse a trabajar para poder cubrir con sus gastos básicos.

“En el 2012 la matrícula estudiantil era de alrededor 40.000 estudiantes en todas las facultades y núcleos de la ULA, luego de conversaciones con el secretario y números oficiales que saca la oficina de registro estudiantil a nivel central, quedan hoy 12.000 compañeros que no sabemos si volverán cuando volvamos a la normalidad”, indicó el consejero estudiantil, Duglas Matheus.

Otra razón por la que están disminuyendo los estudiantes en la ULA es que hay muy poco interés por parte de los jóvenes a convertirse en profesionales.

“Hoy en día vemos como nuestros jóvenes y niños no tienen esperanza, no tienen ambiciones dentro del ámbito universitario. En un futuro no tendremos profesionales que atiendan áreas totalmente necesarias como civilización y cómo país”, dijo la defensora de derechos humanos, Angélica Ángel.

Las consecuencias para el estado Mérida en general son devastadoras, el hecho de que la ULA trabaje a media máquina ha acelerado la crisis económica en esa región del país.

El movimiento constante de estudiantes era de gran beneficio para los establecimientos comerciales y para quienes se dedicaban a alquilar espacios en las residencias estudiantiles.

De acuerdo a Matheus, “Mérida acobijaba a más de 10.000 personas que no eran de acá y producto de ello a muchos compañeros les ha tocado entregar sus habitaciones, el comerciante se ha visto afectado y la universidad se ha visto afectada”.

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