Por: Alfredo Di Cesare
Desde la llegada de Hugo Chávez al poder político venezolano han sido más de 10 los diálogos entablados por opositores y chavistas a lo largo de las últimas dos décadas. En este 2021 se dará otra mesa de negociación entre actores políticos que parecen destinados al antagonismo.
Por un lado Juan Guaidó, quien tras su intento de llevar a cabo una transición política en 2019 mediante un interinato por vacío de poder en el Ejecutivo, propone un “Acuerdo de Salvación Nacional” que contempla conversar con la administración de Nicolás Maduro para buscar una salida a la crisis.
Del otro lado Nicolás Maduro, líder del chavismo desde hace más seis años que carece de legitimidad internacional ante los más de 40 países que respaldan al opositor de Voluntad Popular.
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El excanciller confirmó anteriormente que México sería el lugar de las negociaciones, las cuales condicionó al respeto de la institucionalidad “vigente” y eliminación de las sanciones económicas por parte de Estados Unidos.
Según medios como Voz de América (VOA) o Reuters, el proceso de diálogo comenzaría entre el 13 y 15 de agosto en el país gobernado por Andrés Manuel López Obrador y bajo el auspicio del reino de Noruega.
Maduro reveló que las negociaciones en territorio azteca estarán encabezadas por su primogénito, Nicolás Maduro Guerra y Jorge Rodríguez, presidente del Parlamento afín a su administración.
En contraparte, Henrique Capriles anunció el pasado miércoles en rueda de prensa que Tomás Guanipa y Stalin González formarán parte de la expedición opositora.
Los antecedentes históricos no son nada esperanzadores. Tras el paro petrolero y el golpe de Estado a Chávez en 2002-2003, la entonces Coordinadora Democrática, con la mediación del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria, y del expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, promulgaron la primera mesa de negociación en la que después de varios años no se cumplió con ninguno de los acuerdos.
Otro caso emblemático fueron las conversaciones postelecciones presidenciales con Maduro al mando del chavismo y en medio de fuertes protestas sociales durante el 2014, en Miraflores, con participación del nuncio apostólico y varios cancilleres sudamericanos, se instauró una mesa para alcanzar acuerdos con dirigentes opositores en la que tampoco se cumplió con lo pactado.
En 2016, 2017, 2018 y 2019, la oposición y la administración madurista se sentaron a negociar en distintos países y hasta en dos ocasiones durante el último año y no pudieron concretar pacto alguno.
Bajo este nuevo escenario y considerando los antecedentes históricos, la opinión pública nacional e internacional se preguntan si en México habrá algún elemento diferenciador que rompa con esta tendencia marcada al diálogo sin resultados.
Paola Molina Noguera, consultora política venezolana, especialista en participación política de la mujer, campañas electorales y política exterior, declaró para VPItv que “a pesar de los diálogos anteriores donde los precedentes fueron altamente negativos por la forma como se dieron, todos en un clima de desconfianza, de entreguismo, de jugadas directas con el régimen, cualquier intento nuevo que surja siempre estará condicionado por las experiencias del pasado”.
Posibles resultados
La analista política radicada en México, lugar que será sede del diálogo, no vislumbra un giro de 180 grados en la conducción de la administración chavista por parte de Nicolás Maduro.
También puntualizó que “el proceso pasará por etapas, y sería muy ambicioso pensar que con este ejercicio se logren todas las propuestas que la oposición pone sobre la mesa, que sería lo mismo a que el oficialismo asumiera que este es el fin de las sanciones o que ganará legitimidad ante el mundo”.
“Lo más viable y cercano en este caso será acordar condiciones para el venidero proceso electoral, presión para la liberación de presos políticos y no sería descartable pero si muy ambicioso pensar que esta es la salida de Maduro”, añadió.
Ante la pregunta de ¿por qué fracasaron las anteriores negociaciones? Molina opinó que se debió al establecimiento de expectativas sumamente altas con respecto a los resultados.
“Esta vez se debe transitar sobre resultados reales y viables que le generen certidumbre y claridad a los venezolanos y no la posibilidad de salidas y soluciones exprés que luego no se concretan”, dijo.
Nicolás Maduro reconoció que su administración estaba lista para acudir a México e iniciar un proceso de negociación con la oposición venezolana, pero lo condicionó al levantamiento de sanciones económicas por parte de Estados Unidos y respeto a la institucionalidad.
Bajo esta premisa, la especialista manifestó que el levantamiento de sanciones no está supeditado a una voluntad de diálogo, y dependerá de acciones como: liberación de presos políticos, garantías democráticas para el proceso electoral, respeto a los derechos políticos electorales y a una apertura en pro de una solución a la crisis humanitaria.
Aunque también aclaró que “muchas de las sanciones no responden solo a presión política e institucional, hay demandas de por medio, casos de narcotráfico, crímenes de lesa humanidad que no se van a suspender solo por acuerdos de condiciones electorales”.
Futuro político de Venezuela
“Es difícil predecir el futuro con el clima de incertidumbre que se vive actualmente y sin tener aún resultados del diálogo que apenas va a comenzar, pero en lo que si se tiene certeza que de continuar Venezuela el rumbo que lleva carente de institucionalidad, respeto a los derechos humanos, autoritarismo, persecuciones a la disidencia, está abierto el camino para que Maduro continúe en el poder”, culminó.
“Maduro empieza ganando”
Para el politólogo, profesor universitario y militante de Vente Venezuela, Pedro Urruchurtu, la administración madurista utiliza el diálogo como una estrategia para ganar tiempo y reconocimiento internacional.
“La administración de Maduro ha pretendido en esta ocasión utilizar el desgaste del interinato para sentarse con la oposición y obligar a que se le reconozca su institucionalidad y el levantamiento de sanciones. La oposición va débil porque no posee los mismos apoyos del interinato de 2019, ni la misma reputación. Se sientan con la intención de salvar el interinato mientras que el régimen tiene la intención de seguir en el poder. A final de cuentas quien empieza ganando el round es la administración de Maduro”, dijo en entrevista telefónica a VPItv.
Urruchurtu fue tajante al asegurar que pareciera que hay un grupo dentro de la oposición al que no le interesa el poder, sino seguir siendo oposición.
“Muchas de las personas que hoy pretenden hablar en nombre de la oposición en México, demostraron no ser opositores sino fichas del régimen. No voy a especular con las razones, si son monetarias o de otro tipo, pero creer que después de 23 años y 14 procesos de diálogos hay una verdadera creencia en la negociación y no se entiende que se está enfrentando a un régimen criminal cuya naturaleza no es política, y no se toma en cuenta que cualquier proceso de negociación real buscaría la salida del régimen y no su permanencia, evidentemente uno podría pensar que más que una causa por la libertad es una manera de mantenerse a flote, de negocio”, esgrimió.
“No es una negociación sino una capitulación”
El politólogo vaticinó que todo apunta a que este proceso replique a los anteriores porque “el régimen ganará tiempo y legitimidad a costa de una oposición que paradójicamente ha decidido dársela después de haber reconocido que eran ilegítimos y retrocediendo en avances importantes”.
“No es una negociación sino una capitulación porque ni siquiera se han planteado condiciones previas antes de sentarse, es decir, cualquier cosa como liberación de presos políticos o condiciones electores deberían ser precondiciones para un acuerdo”, expresó.
De acuerdo con Urruchurtu, la administración de Maduro saldrá victoriosa porque a su juicio, cuando se sitúa la discusión en lograr condiciones electorales o liberar presos políticos como resultados, no hay manera de garantizar que esas concesiones no sean “cosméticas”.
“Objetivo 2024”
El periodista de VPItv, Sergio Novelli, entrevistó en Al Día Con Sergio, al economista y analista político Antonio De la Cruz, quien aseguró que posiblemente surja de las negociaciones en México “la celebración de la elección del 21 de noviembre, para probar la institucionalidad en Venezuela, junto con un referéndum revocatorio”.
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— VPItv (@VPITV) August 9, 2021
Ante esta predicción, Pedro Urruchurtu apuntaló que el chavismo solo busca desmontar el interinato de Juan Guaidó y su narrativa discursiva porque “si se plantea el revocatorio como una opción para la salida del régimen, se le tiene que reconocer porque no se puede revocar algo que no existe”.
El militante de Vente Venezuela declaró a VPItv que no “existe un incentivo real para que el resultado de esta negociación sea la libertad de Venezuela, que es lo que se debería buscar. El régimen intentará llegar al 2024”.
¿Un chavismo sin sanciones?
Según el académico, este panorama sería un gran error por parte de Estados Unidos porque desmontaría el único elemento de presión sobre Miraflores, aunque no descartó que ocurra.
“Si la misma oposición acepta eso como posibilidad, no le queda otra opción al gobierno de Estados Unidos que levantar las sanciones. Las sanciones se levantan cuando hay una corrección de la conducta, cosa que no ha ocurrido. Las sanciones han sido el único elemento de presión para el régimen. Estados Unidos cometería un grave error al levantar las sanciones porque desmontaría la presión”, señaló.
Estrategia del chavismo postdiálogo
Desde la derogación de la ley de ilícitos cambiarios, Venezuela ha sufrido una dolarización de facto y una pequeña apertura económica por parte de la administración chavista, aunado al reciente anuncio de Maduro sobre la creación de zonas económicas especiales.
Esto ha traído como consecuencia un debate sobre un posible modelo político similar al de China, donde se sacrifiquen las libertades por un ápice de “bienestar económico”.
Pedro Urruchurtu rebatió estas teorías al manifestar que ese es uno de los argumentos utilizados por los empresarios venezolanos allegados a la administración de Maduro.
“Yo tendría cuidado al hablar de un modelo chino porque ese es uno de los argumentos que está utilizando la falsa empresarialidad venezolana, que en realidad no son empresarios sino cazadores de privilegios y de renta por parte del Estado. Muchos de esos pseudo empresarios realmente lo que son es unos parásitos pegados a los regímenes de turno a cambio de beneficios”, enfatizó.
Finalmente, el politólogo insistió en que un modelo chino no sería sostenible en Venezuela y que la única estrategia del madurismo es llegar a 2024 y mantener el poder.
”Están vendiendo la idea de que se acerca a un modelo chino, cosa que para ellos es admirable porque quien es amigo del régimen no tiene problema con que no existan libertades políticas siempre y cuando haya libertad económica, eso no es sostenible en Venezuela (…) la estrategia a largo plazo de régimen es ir un día a la vez hasta llegar a 2024”.