El especialista en la industria cementera venezolana, Nestor Araque, aseguró que ese sector podría generarle al país “importantes ingresos a corto plazo”, lo cual a su juicio compensaría un poco la escasez de divisas por la caída de los precios del petróleo.
Araque recordó que “durante el periodo 1906–1982 Venezuela alcanzó un nivel de producción de nueve millones de toneladas métricas (TM) de cemento, lo que permitía abastecer plenamente el mercado nacional y exportar importantes volúmenes a mercados como el de Colombia, Panamá, Islas del Caribe y el sur de los Estados Unidos”.
No obstante, lamentó que los importantes ingresos en divisas generados por la industria cementera para el país dejaron de percibirse, pues “el rumbo de la industria se ha tornado negativo”.
“El auge de la construcción que se vivió en Venezuela en el periodo 2000–2010 no fue acompañado por la inversión y expansión de la capacidad productiva de la industria, principalmente debido a la creciente hostilidad que mostraba el gobierno nacional hacia el sector privado de la economía. Esto generó niveles iniciales de escasez que le permitieron al gobierno justificar, ante la opinión publica, la expropiación en el año 2008 de todas las empresas extranjeras que operaban en Venezuela, como fue el caso de Cemex, Lafarge, Holcim y Cementos Argos”, explicó Araque.
Agregó que “previo al proceso de expropiaciones, la industria cementera venezolana fue sometida a un férreo control de precios, control de cambio y, quizás la más nefasta de todas las medidas, la prohibición de exportación de clinker y cemento”, lo que aunado “a la falta de nuevas inversiones, los bajos niveles de mantenimiento de las plantas, el éxodo del recurso humano y el manejo inadecuado de la industria”, a su juicio ha provocado en la última década “a tener una producción y despacho equivalente al 40% de la capacidad instalada”.
“Es decir, en Venezuela solo está produciendo anualmente alrededor de 3,6 millones de TM, en lugar de los nueve millones de TM que producía anteriormente”, detalló Araque, quien en vista de esto aseveró que “es tiempo de tomar decisiones sensatas que permitan manejar la industria cementera venezolana con un criterio distinto al que se ha venido aplicando en estos últimos 10 años”, pues argumentó que “aún en la difícil situación actual, Venezuela cuenta con suficiente capital humano y financiero para impulsar una rápida reactivación del sector, la cual daría un impulso significativo al resto del aparato productivo nacional”.
Para complementar su idea, el especialista propuso “reversar el proceso de nacionalización de la industria”, lo que significaría que las plantas fueran dirigidas nuevamente por el sector privado, que adquiriría los activos de la industria mediante “un proceso público y transparente”.
“Luego deben ser eliminadas las regulaciones de precios en toda la cadena. Es decir, fabricantes, distribuidores, minoristas, transportistas, etcétera. Este ajuste tendría un efecto muy positivo en la recaudación de impuestos nacionales (IVA e ISLR). Por otra parte, la corrección de precios permitiría compensar a cada actor, según la proporción de valor que genere a lo largo de la cadena productiva”, sentenció.
Por último, Araque también sugirió “que sea permitida nuevamente la libre exportación de clinker y cemento”, lo cual en su opinión “generará las divisas en el corto plazo para la compra de repuestos, equipos e insumos, así como para sustentar los planes de inversión a mediano y largo plazo en cada una de las plantas productoras”.
“Al mismo tiempo es indispensable la negociación de nuevos contratos colectivos, en los cuales se garantice el bienestar socioeconómico, estabilidad laboral, crecimiento profesional y humano de todos los trabajadores de la industria”, concluyó.
