Entramos en la segunda fase de la cuarentena por el coronavirus y cada vez son más frecuentes los mensajes sobre que estamos llegamos al fin del mundo. Quisiera creer que al menos es así para la forma en que lo conocíamos. Aún costo muy alto con muchas víctimas; como ha ocurrido con todos los fenómenos capaces de provocar cambios históricos en las relaciones mundiales.
Cuando se sobrepasa el número de los 2.200.000 contagiados por la COVID-19 y las muertes están cerca de 160.000 para la segunda quincena del mes de abril, debemos ser responsables con nuestras opiniones. No pongo en duda que se logre mitigar esta infección pero esto podría llevar un año cuando se aprueben los protocolos de inmunización por medio de una vacuna o parte de la población adquiriera anticuerpos por la exposición.
Los que tienen más claro el tema de la duración de este estado de alerta o emergencia tratan de visualizar cuáles pudieran ser las secuelas sociales y desde esa postura imaginar responsabilidades políticas.
Serán muchas las consecuencias en el área socio-económica nacional y personal, pasando a ser un problema existencial para muchos al no poder alcanzar los niveles mínimos de subsistencia. En esta segunda fase se empezará“a develar la realidad sobre la cobertura real de los programas sociales del Gobierno, como es el caso de CLAP, probado como mecanismo de soborno y coerción electoral, ahora tendrá que demostrar efectividad como mecanismo de contención y de sobrevivencia para muchos.
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En Venezuela veníamos sobre viviendo un día la vez lo que nos lleva a realizar un llamado a estar preparados, para pasar la cuarentena y para lo que pudiera venir.
Mientras más tiempo dure o tarde la superación a la pandemia, más profunda será la crisis, independientemente del tiempo en que se aplicaron o desmonten las medidas, los que las tomaron tarde tendrán un saldo más negativo no solo en número de muertes pero los que no sepan desmontar y adecuarse a otro ritmo de vida podrían exponerse a revivir el estado de contagio.
Esto debe ser la visión de muchos líderes, mientras la mayoría de la población está enfocada en evitar ser contagiados por un virus mortal, que a la fecha poco se conoce, pero capaz de provocar cambios históricos como en décadas atrás no lo hicieron las guerras.
Algunos historiadores defiende la tesis que esta pandemia servirá para adelantar los cambios y relaciones. Otros ambientalistas ven la oportunidad para que se visualice otra política ecológica capaz de preservar el medio ambiente. Los más visionarios desde la óptica de defensa del capital, aprovecharon la pandemia para establecer otras líneas de negocios; cuando deberían estar preparándose todos para propiciar los cambios políticos y no solo de estructuras de poder.
Desde la primera etapa de la cuarentena muchas pequeñas y medianas empresas se habrán visto en la necesidad de cerrar o reducir los puestos de trabajo incluso en aquellos casos donde el estado tomó medidas de protección ¿pudiera venir un periodo de recesión mundial?
Los países como Venezuela que dependen mucho de la exportación de materias primas (petróleo) son más vulnerables a estas situaciones; días antes de la instalación de esta pandemia se paleaba la crisis de la caída del precio del barril; sumado a la crisis de gobernabilidad política en el país que ha llevado a tener una presión constante por los EEUU y las instauración de sanciones económicas.
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De todas las crisis mundiales se pueden sacar oportunidades, en mi opinión tanto EEUU como la Unión Europea deberían actuar con criterios más colectivos; todos debemos tener claro que lo que hace o deja de hacer el vecino puede tener repercusión en todos. Las visiones nacionalistas en esta nueva era no tienen sentido, como tampoco la tesis de los gobiernos autoritarios que creen tener los recursos y medios necesarios para llevar al desarrollo a sus ciudadanos, cuando se ha demostrado que hace falta el incentivo privado.
Muchos creen que la tasa de mortalidad producto de la ‘coronavirosis’ en cada país pudiera estar atada a la ideología de sus gobiernos; por lo que es lógico que posterior a la pandemia vengan sus condenas o críticas como se observa en España o en los mismos EEUU pero no se puede obviar que son de los países con mayor potencial para reponerse, a diferencia de los que con menos muertes pasan la pandemia.-
Mientras en Venezuela algunos actores apostaban a cambios productos del descontento y la implosión, la amenaza para el gobierno es posterior pues la sociedad exigirá respuestas inmediatas, inclusión en programas sociales y las limitaciones no lo permitirán. Abriéndose una oportunidad política a las organizaciones con una visión centro humanista que se alejen del populismo.
La estabilidad política incluso se pudiera obtener mucho después de la cura a la coronavirosis, porque en un ambiente de tantas carencias la estrategia populista estará presente, al igual que quienes piden castigo a culpables de la crisis bajo la tesis nacionalista. Estoy seguro que la estabilidad política lo lograrán los que logren primero equilibrar esa balanza.