“El Estado es valiente para reprimir, detener, encarcelar y torturar al que exprese su descontento por la indetenible crisis de hambruna, sanitaria, de colapso de los servicios de agua, energía eléctrica, gas doméstico. Cobarde para desmantelar, el Estado criminal atraca, secuestra y asesina sin límites”. Esto fue lo que denunció el exparlamentario, abogado penalista y defensor de los Derechos Humanos, Rafael Narváez.
Estamos en presencia de un Estado paralelo conformado por pranes, que ejercen su autoridad en las cárceles venezolanas llenas de armas largas y granadas con el visto bueno del ministerio de Asuntos Penitenciarios; la mejor prueba es la masacre ocurrida en la cárcel de Guanare, en que miembros de cuerpos de seguridad del Estado y jefes de bandas criminales, refugiados en las supuestas zonas de paz, planifican su plan de trabajo delicuencial bajo el silencio cómplice de los poderes públicos.
El ministerio de Interior de Justicia y Paz, que no aplica la ley para el desarme y control de armas y municiones por miedo, y las Fuerzas Armadas Nacional Bolivariana (FANB), que todavía no le informa al país la verdad del por qué las armas largas de alto calibre y granadas están en manos de estas bandas hamponiles -que se dan el lujo de montar vídeos por las redes sociales mostrando parte del arsenal- han creado pánico en la población y han permitido que la impunidad se convierta en el mejor aliado de este Estado criminal, según el abogado penalista.
Cuerpos de seguridad del Estado, encabezados por la Guardia Nacional (GN), el Servicio Bolivariana de Inteligencia Nacional (Sebin), la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim), Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas) y el exterminio de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), son valientes y descargan toda su ira llena de odio y de resentimiento en contra de manifestantes con represión, detenciones arbitrarias, torturas, tratos crueles e inhumanos y degradantes, violando sistemáticamente los Derechos Humanos. Para Narváez, estos persiguen y encarcelan a periodistas, médicos, quienes les tiemblan las piernas y huyen corriendo cuando les toca enfrentar el poder de fuego de los delincuentes.
“La impunidad es el mejor aliado del hampa y el Estado es el verdadero cómplice. En el país manda es el hampa y el derecho a la vida no vale nada”, finalizó.