Los actos delictivos en universidades, liceos y escuelas eran constantes en el estado Sucre, sin embargo, ante la ausencia de personas en estos centros, a raíz de la pandemia de la covid-19, los desmantelamientos se incrementaron a tal punto de que el regreso a clases presenciales es inviable sin inversión en infraestructura y mobiliario.
El secretario general de la Federación Venezolana de Maestros de la región, William Figueroa, aseguró que al menos 10 recintos de distintos niveles de educación han sido víctimas de la delincuencia, atentando no solo con sus espacios, sino también con el futuro de sus estudiantes.
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Los antisociales han cargado con equipos de computación, cables telefónicos y eléctricos, piezas sanitarias, puertas, rejas y sobre todo, elementos que posteriormente puedan ser comercializados como hierro o metal.
Figueroa manifestó que aproximadamente el 97% de las instituciones están en un crítico estado de deterioro, y rechazó la ausencia de un plan de recuperación por parte del gobierno regional y nacional.
En la capital del estado Sucre, recintos como el Liceo Bolivariano Bachiller Rafael Castro Machado, Liceo Bolivariano Lemus Pérez y la Unidad Educativa de Fe y Alegría Padre José María Vélaz han sido visitados por la delincuencia; así como también el Liceo Bolivariano Salvador Córdoba, en el municipio Cruz Salmerón Acosta, y la Escuela de Artes Visuales Tito Salas, en el municipio Bermúdez, por mencionar algunos.
Representantes y docentes de la U.E Fe y Alegría, una institución dependiente de la Asociación Venezolana de Escuelas Católicas, denunciaron que ante los múltiples robos, el plantel está en riesgo de cerrar sus puertas. Coinciden en que la pandemia ha acentuado la delincuencia, por lo que solicitan a las fuerzas de seguridad mayor atención en el sector donde se ubica la institución, que se traduzca en su vigilancia.
El trágico escenario de la UDO en Sucre
Los primeros ataques a “la casa más alta” datan desde el año 2014, sin embargo, desde que el país entró en un decreto de estado de alarma por la pandemia del COVID-19, la Universidad de Oriente, núcleo Sucre, ha sido desmantelada sistemáticamente.
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Lo que comenzó con hurtos en sus aulas, se ha extendido a un progresivo desvalijamiento de sus instalaciones; robos de aires, puertas, ventanas, rejas, incluso la sustracción de refrigeradores del Laboratorio de Resistencia Bacteriana, y un incendio provocado a la Biblioteca Central, lo que acabó con un importante acervo bibliográfico.
Los incendios y los robos se han convertido en práctica habitual dentro de los espacios de la universidad, lo que se traduce en su destrucción y directamente, a la imposibilidad de recuperar su estructura.
El desarrollo de la UDO y de sus estudiantes ha sido golpeado; el desánimo ha afectado significativamente a la comunidad udista, quienes ya no cuentan con salones, oficinas, rutas de transporte, comedores, aires, auditorio, biblioteca, ni campus.
La Organización Aula Abierta concluyó que estos incidentes de inseguridad comportan violaciones a la libertad académica, la autonomía universitaria y la educación de calidad, agravando durante la pandemia las condiciones de deterioro de la infraestructura en la casa de estudios más importante del oriente venezolano.
Posición de sindicalistas
El estado de abandono y descuido en el que se encuentran los planteles educativos en la región es una preocupación latente para los docentes, señaló el presidente del Sindicato Único de Maestros en Sucre, Jesús Malavé.
Malavé aseguró que este escenario evidencia “la incapacidad e irresponsabilidad” de las autoridades, a los fines de atender con vigilancia, mantenimiento y reparación, las distintas instituciones que han sido visitadas por la “delincuencia desatada”. Para el maestro, esta situación contradice el anuncio de la administración de Nicolás Maduro sobre el regreso a clases presenciales en el mes de octubre.
El maestro consideró un acto irresponsable no atacar a tiempo el desmantelamiento y destrucción de las casas de estudio, al tiempo que manifestó que esta sería una de las razones por las cuales los educadores decidieron no incorporarse a sus actividades.
“No están dadas las condiciones, ni desde el punto de vista de la planta física de los planteles, no solo por el desvalijamiento, falta de reparación y mantenimiento de las instalaciones escolares, si no también que no se cuenta con las medidas de bioseguridad que puedan evitar la propagación del virus que aún sigue vigente en el país” sentenció.