El 20 de agosto de 2015, la noticia del cierre de la denominada “frontera más viva de Latinoamérica” consternó a venezolanos y colombianos, quienes vivían de la dinámica fronteriza. Niños de un país estudiaban en el otro, comerciantes compraban mercancías y las vendían en territorio nacional y colombianos llegaban al Táchira a pasar vacaciones y hacer turismo.
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Este 20 de agosto de 2021, se cumplen seis años desde el cierre que se realizó en extrañas condiciones. En aquel entonces, el gobernador de turno, José Gregorio Vielma Mora, anunció que dos funcionarios militares fueron asesinados en el sector La Invasión, en San Antonio del Táchira, municipio Bolívar, zona directa con Colombia. Desde entonces el paso está cerrado.
Aunque posteriormente se permitió el paso únicamente peatonal por los puentes internacionales, las personas deben caminar más de un kilómetro para llegar a su destino. La crisis de Venezuela obliga a los ciudadanos a hacer mercado en Cúcuta, por ser más económico, a madres a llevar a sus hijos a vacunarse e incluso a comerciantes a buscar productos que no consiguen en el territorio nacional. Con la pandemia por la covid-19, nuevamente se ha mantenido cerrado el tránsito fronterizo.
Cierre de frontera en cifras
Antes del cierre de frontera, Migración Colombia registró que al menos 100.000 personas cruzaban a diario los distintos puentes internacionales para cualquier diligencia que tuviesen que hacer. Tras el cierre formal, la cifra cambió a 25.000 personas y actualmente tan solo 500 lo hacen a través de un canal humanitario para casos que lo ameriten por salud.
Pero las cifras del cierre de frontera resultan más alarmantes en el ámbito educativo. Según el registro de la organización Encuentro Ciudadano y su observatorio de educación, detallan que al menos 5.000 estudiantes deberán cruzar por trochas o caminos verdes.
“Hoy desde Encuentro Ciudadano estamos profundamente preocupados por la situación que sigue sucediendo en la frontera, en Colombia están próximos a iniciar clases y hay cerca de cinco mil estudiantes venezolanos que residen en los municipios Bolívar y Pedro María Ureña, que deben cruzar la línea limítrofe para poder asistir a las aulas en el vecino país. Esos jóvenes no van a poder pasar a través de los mecanismos normales y legales como lo son los puentes internacionales, sino van a tener que pasar por las trochas arriesgando sus vidas, donde hacen vida los grupos irregulares”, explicó Leonel Flores, miembro de la organización.
Según Maximiliano Vázquez, presidente de Fedecámaras Táchira, la situación de la zona es “crítica”. En más de 90% se ha reducido el ingreso económico de los comercios del eje fronterizo. Por ejemplo, el municipio Pedro María Ureña era conocido por la venta de textiles y según el registro actual, tan solo 3.000 de las 20.000 que hace 10 años. Mientras que el sector de alimentación, pasó de más de 40.000 industrias a tan solo 5.000.
A juicio de la Asociación de Comerciantes del Táchira (Aceta), los comercios se mantendrán en disminución cada vez más debido al cierre total de la frontera, pues el que los colombianos no puedan llegar al Táchira en sus vehículos, hace que no viajen a Venezuela a comprar cosas como hacían hace años, ni hagan ningún tipo de turismo.
“¿Quién se va de vacaciones para caminar un puente, bajo el inclemente sol y al llegar ser atropellados por la Guardia Nacional? Nadie, esa es la realidad del porqué no hay turismo con los pasos formales cerrados”, dijo Pietro Ceniccola, presidente de Aceta.
