Un vulnerable sistema eléctrico impide construir el futuro de Margarita

La deteriorada calidad de vida de los venezolanos tiene un fuerte asidero en la situación de los servicios públicos, pero además le puso un techo muy bajo a las posibles nuevas inversiones, y por ende al desarrollo.

La historia del sistema eléctrico en el estado Nueva Esparta, región insular de Venezuela, es un ejemplo claro del costo que ha tenido el modelo público y centralizado, desvirtuando el capital privado y la independencia regional.

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En el año 1997, último periodo de la era democrática del país, se dio la primera experiencia de privatización del servicio de electricidad en las islas de Margarita y Coche, ante la demostrada ineficacia de su manejo a cargo de Eleoriente.

La transnacional CMS Energy, obtuvo la participación de Eleoriente y fue creada la empresa “Sistema Eléctrico del Estado Nueva Esparta, Seneca”, firmando un acuerdo para la construcción de un proyecto de generación termoeléctrica en la Isla Margarita, con la visión de dar autonomía eléctrica a la región.

El plan era la instalación de una planta de generación de 130MW y 150MW, y en efecto, la primera turbina se instaló e inició sus operaciones ese mismo año, con una capacidad nominal de 100MW. La segunda turbina estuvo lista en el 2007 y liberó a la empresa del cable submarino que solo surtía el 10% de su capacidad entre 10 y 20 MW.

También se puso en funcionamiento una turbina de 40MW en la planta Luisa Cáceres de Arismendi, y por primera vez el Estado fue autosustentable en cuanto a generación de energía eléctrica.

El consumo en ese momento era 70 MW en las temporadas bajas y de entre 90 y 120MV en temporadas vacacionales, que se cubría con eficiencia y sin problemas.

Con la operatividad de Seneca las fallas eléctricas promedio se redujeron en un 83%, la inversión superó los 180 millones de dólares, la empresa aumentó el número de suscriptores, la fuerza de trabajo fue de más de 300 empleados con un alto nivel de calidad y servicio, y se catalogó como uno de los más atractivos empleadores.

Pero el modelo político cambió, y tras la reelección de Hugo Chávez se anunció la nacionalización de sectores estratégicos, entre ellos la electricidad.

En el 2008, Pdvsa firmó un memorando de entendimiento para adquirir por 105,5 millones de dólares la empresa de energía eléctrica Seneca, y en lo adelante lo que vino fue el progresivo desmantelamiento del sistema, deterioro por la falta de mantenimiento, canibalización de las plantas para mantener algunas activas e inversiones sin un plan técnico eficiente, que al final rompieron el ascenso de la independencia eléctrica regional.

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La actualidad

Considerando el peso que tiene la eficiencia del servicio eléctrico en el desarrollo del país y la región, el  Centro de Ingenieros del estado Nueva Esparta creó hace tres años una Comisión encargada de analizar la situación y presentar recomendaciones técnicas al Ejecutivo Nacional, las cuales hasta ahora han sido desechadas, aún cuando la realidad es que ante cada falla en el sistema interconectado nacional, el 60% de la región insular pierde conexión porque no hay capacidad interna para cubrir la demanda.

Eustacio Aguilera, presidente de dicha Comisión explica que el cable submarino debe transportar a Margarita el 40% del total de la energía que se consume en la región, mientras que las plantas Juan Bautista Arismendi y Luisa Cáceres de Arismendi, deberían cubrir el 60% restante, pero no siendo así, califica la situación como muy grave, ya que la autogeneración de energía eléctrica estaría por debajo de lo que se venía produciendo, lo que aumenta la dependencia del sistema interconectado en tierra firme.

Ante esta realidad, el especialista en materia eléctrica afirma que, “la inversión que se hizo en el cable submarino fue fallida al no orientarse a ganar la autonomía en generación. Ese cable submarino tiene capacidad de transporte de 300 MW pero no puede transportar más de 150 porque el voltaje con el que tiene que alimentarse en tierra firme, 230 MW, no existe en Chacopata donde sale, ni en Margarita donde llega”.

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Insiste igualmente en que, “los trabajos de reparación en las plantas no son efectivos porque no hay inversión en nuevos  equipos sino sustitución de piezas, y además usadas”, por lo que desestima su efectividad, y afirma, “es lo que mantiene la vulnerabilidad del sistema, ya que la región sigue susceptible de cualquier falla a nivel nacional”.

Es enfático al señalar que hasta que la empresa  no logre cubrir técnicamente por lo menos el mínimo de la demanda eléctrica las fallas seguirán siendo rutina, es decir, una afectación importante en la actividad económica en todos los niveles por los permanentes planes de racionamiento de hasta 4 horas diarias, negación de factibilidad de servicio a nuevas inversiones, obligatoriedad de generación propia con plantas a diesel en centros comerciales y hoteles, continuas fluctuaciones que ponen en riesgo los equipos y electrodomésticos, traducido todo en un fuerte deterioro de la calidad de vida y su incidencia en el desarrollo actual y de futuros proyectos.

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