“El corazón de Pdvsa está desprotegido”, esta afirmación fue hecha por algunos trabajadores de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en el estado Anzoátegui, un territorio estratégico en materia productiva del país.
Los recursos y reservas halladas en dicho espacio oriental han sido el motivo principal para instalar potencias productivas, algunas de ellas son: el Complejo Petroquímico José Antonio Anzoátegui, la Faja Petrolífera del Orinoco, la Refinería de Puerto La Cruz y el Complejo de Anaco.
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El Complejo Petroquímico José Antonio Anzoátegui está ubicado entre Barcelona y Píritu, y tiene una superficie de 740 hectáreas en la que se encuentran las plantas de empresas mixtas. Para 2015, cuando este centro cumplió 25 años de operaciones, Jesús Osorio, gerente general del terminal de almacenamiento informó que dicho lugar era responsable de la exportación del 65% del crudo venezolano, al despachar en promedio unos 1,2 millones de barriles diarios.
La Faja Petrolífera del Orinoco comprende parte de los estados venezolanos de Guárico, Anzoátegui, Monagas y Delta Amacuro.
Por su parte, la Refinería Puerto La Cruz, se encuentra entre Puerto La Cruz y Guanta, a unos 20 kilómetros del Complejo Petroquímico José Antonio Anzoátegui. Según los expertos, tiene capacidad para procesar al menos 187.000 barriles por día.
El anhelo de recuperar los tiempos de bonanza productiva aún existen, pero no solo la infraestructura de la estatal Pdvsa está deteriorada, también lo está su corazón, es decir, los trabajadores.
José Bodas, secretario general de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros (Futpv), afirmó que de acuerdo al último censo realizado recientemente en el estado Anzoátegui, la nómina tuvo un descenso estrepitoso. Pasó de tener 16 mil trabajadores a al menos 7 mil.
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“La diáspora, la falta de equipos de protección y la eliminación del seguro médico, han sido algunos de los motivos que han obligado a los empleados a renunciar.”, comentó con indignación los empleados perciben salarios pírricos que oscilan entre 3 y 6 dólares.
Bodas citó con lamento la historia de la novela “Casas muertas”, escrita por Miguel Otero Silva, pues así ve los campos petroleros. Argumentó que no están al 100% de su capacidad operativa a causa del estado deplorable de las refinerías.
“Las consecuencias son evidentes. Gran parte de la actividad económica está paralizada. La infraestructura decae y tiene un impacto en la producción de petróleo, gas natural, gasolina, diésel y los derivados del hidrocarburo. A toda la población la aqueja la escasez”, refirió el dirigente sindical.
Promesas incumplidas
Uno de los retos que enfrentan quienes laboran en la industria petrolera, es el de estar expuestos al riesgo de resultar heridos en un accidente laboral. Sin embargo, según lo que establece la ley, los trabajadores deberían tener acceso a todos los equipos para evitar estos hechos, y además, contar con la debida asistencia médica especializada en caso de un hecho fortuito.
El trabajador petrolero Luis Martínez vivió para contarlo. En el año 2014, sufrió un accidente cuando realizaba labores en el Campo operaciones “Melones”, ubicado en el municipio Guanipa del estado Anzoátegui. En ese entonces se desempeñaba como soldador, y un día, mientras ejecutaba maniobras de mantenimiento a una tubería de 12 pulgadas, las llamas causadas por una fuerte explosión, lo alcanzaron.
Las quemaduras afectaron el 60 por ciento del cuerpo de Martínez. Su espalda, brazo derecho, rostro y orejas sufrieron lesiones.
Su caso es uno de los más recordados por sus compañeros pues vivieron tiempos de angustia. En el estado Anzoátegui no existe una unidad especializada de Caumatología para la atención de pacientes con quemaduras.
El empleado tuvo que ser trasladado hasta el estado Zulia para ser asistido médicamente, posteriormente, fue llevado a Cuba para su rehabilitación. Sin embargo, aún le faltan cinco operaciones quirúrgicas para mejorar su salud.
El 1 diciembre de 2020, la crisis desesperó a Luis Martínez. Ese día pensó y accionó. Decidió unirse a una huelga de hambre iniciada por dos compañeros, quienes se apostaron en el estacionamiento de un centro comercial de El Tigre, donde funcionan las oficinas gerenciales de la Faja Petrolífera del Orinoco.
¿Su causa?, exigir calidad de vida. En esa oportunidad, en medio del ayuno, comentó que desde el 2018 Pdvsa no le suministra medicamentos para aliviar las dolencias que dejaron aquél accidente laboral.
El sueldo de Martínez no le alcanza para comprar las cremas especiales para aliviar las secuelas de las quemaduras ni mucho menos adquirir los antiinflamatorios.
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La huelga de hambre no fue suficiente. Los manifestantes aseguraron que la gerencia de Pdvsa no los atendió. Él junto a sus compañeros, tuvieron que cesar la protesta pacífica el 8 de diciembre de 2020.
Inseguridad laboral
El representante gremial José Bodas refirió que sus demandas para exigir reivindicaciones son legítimas y están sujetas a los convenios de contratación colectiva y la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo en Venezuela.
“En Anzoátegui, Pdvsa ha prometido en reiteradas ocasiones la construcción de una unidad especial para atender a pacientes con quemaduras en el ámbito laboral, y también para el público general, pero eso no se ha materializado. Han sido muchos los anuncios expresados por las autoridades de la industria petrolera, e incluso gubernamentales. Este planteamiento es muy sentido por la clase laboral. Es una demanda necesaria”, enfatizó.
Alertó que el peligro es inminente pues describió que la industria petrolera se cae a pedazos por falta de inversión y mantenimiento.
El dirigente sindical exigió a la estatal Petróleos de Venezuela que garantice la seguridad, el adiestramiento, los equipos de protección y bioseguridad a los trabajadores; todo esto con el fin de evitar accidentes, preservar la vida e impedir mayores impactos de contaminación al medio ambiente y aquellas poblaciones ubicadas en las adyacencias de las plantas petroleras.
