Es común que cuando un forastero pregunta la dirección de un lugar a un nativo del estado Apure, este le responda “ahí mismito”, aunque el sitio esté retirado.
Desde los tiempos ancestrales, el apureño, acostumbrado a recorrer caminando y a caballo grandes leguas de sabana abierta, distraído con la majestuosidad del paisaje llanero, siente que se le hace corto el trayecto.
En una compilación de historias sobre el estado llanero venezolano llamada “Una Pizca de Historia Regional de Apure”, su autor Oscar Alvarado, historiador de San Fernando, capital de Apure, refiere que este vocablo acerca de “las distancias apureñas que son cortas para el propio y largas para el forastero, pudiera parecer una equivocación, pero tiene su explicación”.
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“Si alguien llega al Apure en son de turista de aventuras y se desorienta en las decenas de caminos con médanos o terronales (suelo árido con terrones) en mitad de la sábana donde sólo mira el horizonte, ha de tener presente que si le pregunta a un lugareño por el sitio donde quiere llegar, aunque este a 15 kilómetros le va a decir: allí mismito, después de esa mata y cerquitica de la montaña azul aquella”, asegura.
Ante esas frases, el también profesor universitario y político regional, advierte al visitante que “no le crea” al lugareño y no es porque el llanero apureño sea un mentiroso o tenga mala intención, sino porque en verdad, para él o ella, esa es la realidad, “no lo crea, loco, daltónico ni embustero”, recomienda.
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Explica el historiador, que “mata, es un pequeño bosque en mitad de la sabana abierta; montaña, es el bosque de galería, cercano a ríos y caños y lo azul, es lo más oscuro del verde arbóreo en la lejanía, que el forastero no está capacitado de captar, a excepción que use binoculares de alta resolución”.
Aclara Alvarado, que no se trata de sobreponer las habilidades del habitante local al forastero, sino de una cuestión de identidad con el suelo propio, en razón de lo cual solicita amablemente al foráneo, que por temporadas vacacionales altas suele hacer turismo de aventura en las “Galeras del Cinaruco”, que si se topa con un llanero en busca de orientación, “entienda al llanero conocedor y diestro caminando siempre largas distancias”.