En ocasiones, las situaciones estresantes afectan directamente al corazón; los músculos se tensan y la respiración se acelera. El cuerpo se prepara para lidiar con diferentes síntomas, aunque, solo nos estemos enfrentando a una gran cantidad de trabajo que hacer en poco tiempo.
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Recientes investigaciones, explican como podemos utilizar la respiración para calmar y controlar las emociones y el porque esta técnica a pesar de ser tan simple, es efectiva.
¿Por qué a las personas se les dificulta relajarse?
En medio de un pico de estrés, resulta complicado llegar a un punto de relajación y romper el círculo vicioso de pensamientos que ha llevado al cuerpo a ponerse en guardia o en tensión. Para muchos, es considerado poco útil que un compañero les diga “cálmate”.
Sin embargo, de acuerdo a una investigación en neurociencia, se ha podido determinar, que durante los momentos de estrés, parte del cerebro responsable del pensamiento racional, se ve afectada.
A su vez, esto puede dificultar que las personas piensen con claridad cuando deben tomar decisiones o ser emocionalmente inteligentes con los demás.
“Cuando hay mucha intensidad emocional, no puede haber conectividad en la parte del cerebro que se encarga de tomar decisiones racionales”, explica la psicóloga y fundadora del Instituto Europeo de Psicología Positiva, Dafne Cataluña.
La importancia de una buena respiración
Una investigadora que hizo seguimiento a dos estudios, conocida como Emma Seppälä, explica que la respiración cambia cuando comienza la presión. La persona toma más aire del que suelta e inyecta una gran cantidad de oxígeno en la sangre.
La especialista asegura que este tipo de respiración, genera aún más estrés y cortisol.
“Para recuperar la calma es necesario cambiar el tipo de inhalación y exhalación”.
Entre las técnicas más sencillas, asegura que inhalar contando hasta cuatro y exhalar contando hasta ocho durante unos pocos minutos, puede empezar a calmar el sistema nervioso de las personas.
“Cuando alguien se siente agitado debe alargar sus exhalaciones”, indica.
Seppälä y su equipo han descubierto que controlar la forma en que tomamos aire, es más efectivo para reducir el estrés que las técnicas basadas en la atención plena o el trabajo en inteligencia emocional.
Como último punto, los especialistas y seguidores de estos estudios dan por hecho que controlar la respiración sirve para manejar los estados de ánimo y emociones.
Por ejemplo, cuando una persona está contenta, su respiración es regular, profunda y lenta. Si una persona está enojada su respiración es más corta y rápida y superficial.
“Asociar el tipo de respiración a las emociones que queremos sentir es un avance interesante”, dice Seppälä.