¿Quién es el diputado Gilber Caro detenido por el Sebin?

Por Maye Primera @mayepri

Para Univisión

A la víctima le volaron de un tiro la cabeza. Él no lo hizo, pero sí vio quién fue y no lo delató, dice Gilber Caro.

–El que lo mató está muerto, un muchacho del barrio. No quise decir quién era porque me iban a matar, es un código. Me condenaron a 20 años como autor material del crimen y el barrio entero sabía que yo no había sido. Algo que no hice me ayudó porque ahora vivo de esa historia.

A Caro no deja de sorprenderle cómo lo recibe Catia, su barrio en el oeste pobre de Caracas –donde se crió, donde vendió drogas, donde tantas veces se lo llevaron preso–, ahora que ha sido electo diputado suplente a la Asamblea Nacional y que es el primer expresidiario en la historia que ha llegado a la Cámara.

Caro junto a su madre, en la casa donde creció. © Gabriel Osorio
Caro junto a su madre, en la casa donde creció. © Gabriel Osorio

–En casa de mi mamá anoche hubo una asamblea comunal y la gente me llamaba “señor diputado”, “con su permiso”. Eso te genera algo que después vas asimilando. No es fácil digerir los cambios.

Esta noche Caro celebra el triunfo con todo su equipo de campaña. Concejales, niños, voluntarias que le escuchan alrededor de una mesa larga de mantel anaranjado, el color de Voluntad Popular, el partido de Leopoldo López, que obtuvo 15 de las 112 curules de la alianza opositora y veinte diputados suplentes.

Gilber Caro ganó como suplente del diputado Rafael Guzmán de Primero Justicia, el partido de Henrique Capriles, y aspira estar en el hemiciclo el día en que la nueva mayoría cumpla una de sus ofertas electorales: aprobar una ley de Amnistía que ponga en libertad a más de ochenta venezolanos detenidos por razones políticas. Entre ellos, López.

“Estamos buscando la libertad de Leopoldo López, la libertad de Venezuela”, arenga Caro en su discurso de agradecimiento. Y las mujeres y los niños replican: “¡Amén!”. “Hay que mantener la esperanza y la fe. Es uno de nuestros eslogans que Leopoldo López posicionó: ‘¡Fuerza y…’”. El coro replica: “¡Feeeee!”. El público responde “así es” cuando dice que más temprano que tarde llegará a Miraflores “el gobierno que Dios quiere para nuestro país”, con gestos vehementes como los de López y un tono de voz como el de Capriles.

“De Chávez me llamó la atención que estuvo preso, eso hacía como un clic entre él y yo”. © Gabriel Osorio
“De Chávez me llamó la atención que estuvo preso, eso hacía como un clic entre él y yo”. © Gabriel Osorio

Su novia es venezolana y vive en Suiza desde hace ocho años, donde da clases de español a niños en edad preescolar. Se conocieron por Twitter hace cuatro años. Ella vino a visitarle antes de las elecciones y en agosto aspira mudarse de vuelta al país. Gilber promete poner una valla en el aeropuerto de Maiquetía que diga: “La repatriación se hace cantando” para recibir al millón y medio de venezolanos que como ella se fueron del país en la última década.

–No tendremos más esas vallas (en Caracas), que dicen: ‘Miami, donde se puede vivir tranquilo’. En Miami, en Nueva York, en Europa nos suplicarán para vivir en un pedazo de tierra de este país. Nosotros nacimos para gobernar este país y lo vamos a gobernar. No nacimos para cola, nosotros somos cabeza.

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Caro representa al circuito de Guatire, Guarenas y Caucaguita, en el estado Miranda. © Gabriel Osorio

La arenga de Gilber se despide en alto, con las mujeres y los niños coreando: “¡Sí, se puede!”, “¡Sí, se puede!”. Luego estallan la salsa y el reguetón.

De predicador a político

De 20 años de prisión pagó 10 en las peores cárceles del país a partir de 1994. Año y medio en el Retén de Catia en Caracas, tan brutal que lo demolieron después de una visita del papa Juan Pablo II. Cinco en El Rodeo, una penitenciaría ubicada en el circuito electoral de Gilber, a las afueras de Caracas, que ni con tanquetas militares el gobierno ha logrado controlar. Seis meses en Yare, donde Hugo Chávez estuvo preso entre 1992 y 1994. Seis meses en El Junquito, donde estuvo preso el expresidente Carlos Andrés Pérez tras ser condenado por corrupción. Durmió dos años en el retén de La Planta, demolido en septiembre de 2012 después de un mes de motín.

En década y media de chavismo, entre 1999 y el primer semestre de 2015, han sido asesinados más de 6,581 internos y más de 16,400 han resultado heridos en las cárceles del país, según cifras del Observatorio Venezolano de Prisiones. La edad promedio de muertos y heridos es 28 años.

Creció en las cárceles y ahí aprendió a ser líder, visitando a un hermano mayor que sí mató a un hombre que quería matarlo, un 24 de diciembre. En El Rodeo dirigió una banda llamada los Carblack –los carros negros– que él compara con pandillas del Bronx y la Mara Salvatrucha de El Salvador.

–Pero nunca le quité la vida a nadie. Tuve liderazgo, quise ayudar al más débil. Tú sabes cuando naces para algo y yo sé que nací para liderar a la gente.

Caro creció en el bipartidismo anterior a Chávez, en una sociedad de adecos y copeyanos. © Gabriel Osorio
Caro creció en el bipartidismo anterior a Chávez, en una sociedad de adecos y copeyanos. © Gabriel Osorio

Gilber lo supo pocos años antes de ir a la cárcel, cuando se volvió espiritista y sentía que una voz le decía: “Tú naciste para esto”. En esa época comenzó a fijarse también en Hugo Chávez, detenido en 1992 por liderar un golpe de Estado fallido contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Chávez salió de la cárcel el mismo año que Gilber Caro cayó preso, 1994. En la década siguiente, Gilber escuchó sus discursos durante horas. También en ese tiempo se volvió predicador.

–De Chávez me llamó la atención que estuvo preso, eso hacía como un clic entre él y yo. Y el discurso de reivindicar lo social, el discurso de justicia, de igualdad.

Caro creció en el bipartidismo anterior a Chávez, en una sociedad de adecos y copeyanos. No les creía, vivía en una comunidad muy pobre donde sus promesas no se cumplían, pensaba que la política era un oficio de ladrones.

Catia, donde transcurrió la infancia del ahora diputado suplente. © Gabriel Osorio
Catia, donde transcurrió la infancia del ahora diputado suplente. © Gabriel Osorio

No militó en ninguno de los dos partidos, pero conocía las romerías: verbenas políticas con comida y alcohol en la avenida Bolívar de Caracas, de donde llegaba su padre borracho y de noche con ánimo de golpear a su madre.

–En 2004, cuando veo que Chávez tiene resentimientos, sentí que iba por el camino equivocado. Porque yo sé lo que trae el resentimiento y la violencia: trae odio, divisiones y termina uno frustrado.

Gilber Caro pasó los últimos diez años de su condena, a partir de 2004, bajo régimen de presentación. En 2007 comenzó a trabajar con Leopoldo López, entonces alcalde del municipio capitalino de Chacao. En 2009 se inscribió en el partido de López, Voluntad Popular.

En 2012, participó en la elaboración del plan de gobierno de la candidatura de Henrique Capriles en asuntos penitenciarios. Completó su pena en julio de 2013. Al año siguiente quedó habilitado para presentarse en elecciones y ya tenía en mente ser candidato al Parlamento.

Caro acaba de fundar un centro de formación para expresidiarios que bautizó con el nombre de Leopoldo López, condenado a casi 14 años de prisión por rebelión contra el gobierno de Maduro y detenido en una cárcel militar desde febrero de 2013.

“En la política venezolana Leopoldo es una referencia como Martín Luther King”, dice Caro, cada vez más convencido también de que su propia vida “se parece mucho a la de Malcom X”.

–Yo no soy un fenómeno, yo creo en el cambio. ¿Que un expresidiario no cambia? Eso es porque no conoces a Gilber –dice Gilber.

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