Especial VPItv: Vea los desgarradores testimonios de nuestro reportaje “Hambre en Revolución”

Ante la insistencia de diversos voceros del gobierno nacional en afirmar que Venezuela no atraviesa una crisis humanitaria, el equipo de VPItv en todo el país se dedicó a investigar y recabar información respecto al tema de la escasez de comida y la reducción del poder adquisitivo que, a la postre, han provocado todo lo que a continuación van a ver en este programa especial denominado “Hambre en Revolución”.

Durante un extenso recorrido por varios mercados populares de Caracas, nuestro reportero en la ciudad capital, Manuel Fajardo, pudo constatar que para la mayoría de los ciudadanos ya es costumbre no ingerir las tres comidas que se recomiendan por día.

En los casos más extremos, con suerte pueden acceder a los alimentos una vez al día, producto de la pobreza que arropa al país y que, según datos de distintas organizaciones gubernamentales, continúa creciendo a pasos agigantados.

En dichos mercados populares ya es común ver a los conocidos buhoneros o vendedores informales ofreciendo pequeñas porciones de alimentos en bolsitas, como arroz, café, leche en polvo o especias, debido a que así es más fácil que las personas puedan comprar.

El arroz picado, antes utilizado para los animales, ahora es un lujo entre las personas que se pasean por estos “mercaditos”, en busca de las mejores ofertas para llevar algo de comer a sus respectivas casas.

Pero a los que cuentan con familiares numerosas o simplemente no tienen un trabajo fijo, les ha tocado recurrir a la búsqueda de alimentos en la basura.

“Por donde pasas ves bolsas de basura, y dos o tres tipos buscando algo de comer, y los ves bien vestidos, no es que son indigentes o recogelatas. Hasta yo a veces veo cosas en la basura que me provoca agarrar, pero a uno le da pena porque está acostumbrado a otro estilo de vida”, dijo uno de los consultados.

En medio de la crisis y la creciente escasez de productos básicos, los denominados “bachaqueros” se aprovechan para vender lo que consiguen a precios que, en algunos casos, tienen un incremento de más del 100%.

No obstante, no todos tienen el poder adquisitivo “para darse el lujo” de comprarle a un “bachaquero”, por lo que muchos se las ingenian para sustituir lo que no pueden comprar. “Yo he comprado pellejos para sacarle el aceite o hacer chicharrón, uno el venezolano ya está acostumbrado a reinventarse”, declaró otro de los entrevistados.

Es tal la reducción del poder adquisitivo, que productos como el arroz, el café, la leche en polvo o el aceite, ya se venden por cucharadas. Parece mentira, pero es la cruda realidad que se vive en Venezuela.

Plazas por techos

Emigrar se ha convertido en la opción más viable para muchos venezolanos ante esta grave crisis general que azota el país. La inmensa frontera con Colombia fue utilizada por millones de ciudadanos que dejaron sus casas y pertenencias, inclusive familiares directos como hijos o padres, para buscarse la vida en la vecina nación, donde cualquier trabajo informal deja ganancias tres veces mayores a las que podría reportar un trabajo formal en Venezuela.

Nuestra reportera en el fronterizo estado Táchira, Lorena Bornacelly, se trasladó hasta Cúcuta, Colombia, para pulsar de primera mano la opinión de los venezolanos que cambiaron plazas por techos.

“Fue difícil tomar esta decisión, pero tuve que hacerlo porque ya no tenía que comer. Lo único que tenía era mi casa, y la casa no se come. Me vi obligada a dejarla con alguien, porque no se puede dejar sola, y venirme para acá a buscar los pesos para poder sobrevivir y mandarle a mis familiares en Venezuela para que sobrevivan también”, dijo con la voz entrecortada una ciudadana venezolana que se acomodaba en una plaza de Cúcuta para pasar la noche.

Como si de campamentos para refugiados se tratara, los venezolanos se agrupan “donde los coja la noche”, en plazas, lugares públicos, a la intemperie, con sus maletas de almohada, a la espera de que el sol vuelva a salir para iniciar un nuevo día en el que puedan ganarse la vida llevando a cabo cualquier oficio. “Lo más difícil es cuando llueve”, reconoció un vendedor de chupetas.

Muchos comen lo que otros desechan

En vulgarmente conocido como el mercado de “Las Pulgas”, en Maracaibo, estado Zulia, cientos de ciudadanos buscan a diario entre las bolsas de basura que los pequeños comercios desechan.

El hambre parece no saber de olores, texturas, sabores ni higiene, pues las personas que escarban entre los vertederos improvisados comen desde frutas y otros alimentos que, en ocasiones ya tienen gusanos, hasta conchas de naranjas y mandarinas. Todo, con tal de engañar un poco al estómago.

Peor es el escenario en los grandes vertederos de basura ubicados a las riberas del Lago de Maracaibo, donde menores de edad, adultos y hasta ancianos buscan desesperadamente entre los desechos para encontrar algo que les permita saciar su hambre.

“Todas estas personas que tú ves aquí, vienen a diario a buscar comida”, dijo una niña guajira ataviada con su uniforme escolar y el morral tricolor a nuestra reportera en el estado Zulia, Estefani Osorio.

En ocasiones, quienes acostumbran a visitar tal vertedero hasta cocinan al aire libre, haciendo caso omiso a la contaminación que hay en el lugar. Durante la realización de este reportaje, las cámaras de VPItv captaron cómo un señor hervía agua del lago, no apta para el consumo humano, para posteriormente hacer “una comelona”, que consistía básicamente en sancochar yuca y plátano.

La desnutrición, el pan de cada día

La crisis en Venezuela golpea fuerte a las poblaciones más pobres y desfavorecidas del estado Bolívar. Nuestro reportero en esa entidad, Carlos Suniaga, se trasladó a varios caseríos para hablar con miembros de una comunidad warao que, a duras penas, come una vez por día y, cuando lo hace, no consume precisamente un buen plato de comida.

“A veces comemos algo por la tarde, cuando no conseguimos nada vamos a la basura y siempre traemos cualquier cosa, una frutica o algún pedacito de pollo o carne”, dijo resignada una señora desde su humilde morada, en la que vive con varios hijos y nietos.

Otro señor admitió que comen tripas de animales, lo que ha ocasionado cualquier cantidad de enfermedades y, en el peor de los casos, la muerte de varios menores de edad.

En los últimos meses, más de 50 niños murieron por desnutrición en Venezuela.

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