Comer en la calle, una bala fría, o un resuelve, así define el ciudadano tener que comprar algo en la calle.
Ingerir alimentos preparados en locales comerciales fue una práctica recurrente entre los venezolanos, ante la rapidez de tener algo en el estomago de forma rápida y sin contratiempos, ahorrando el tiempo en la cocina.
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En medio de la crisis que se encuentra sumergida Venezuela (con especial foco en lo económico), y actualmente la dolarización irregular que ocurre, sumado a la pandemia, esta realidad ha cambiando drásticamente.
El salario mínimo en el país, ubicado en menos de 2 dólares al mes, imposibilita que el ciudadano ” de a pie” pueda comprar en la calle.
Desayunos
La tradicional empanada, una arepa rellena, o los cachitos y pastelitos forman parte del menú de desayuno de los venezolanos.
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Dependiendo del relleno, una empanada tiene un costo de entre 0,50 a 0,80 dólares. En los locales comerciales se venden al cambio informal de la divisa o el “dólar negro”.
Mientras que al consumidor no le alcanza para alimentarse adecuadamente, el comerciante asegura que “le suben la materia prima”, por lo que deben, en consecuencia, aumentar lo que ofertan.
“Uno trata en lo posible de mantener los precios, pero prácticamente uno se ve obligado a subir los precios, porque la mercancía sube, nada baja”, relató Pablo, trabajador de una lunchería ubicada en el sector Los Dos Caminos, en el estado Miranda.
Sumado a una bebida (jugo, refresco, malta o agua), la primera comida del día puede tener un costo de entre 2 y 3 dólares, algo imposible de pagar para alguien que perciba menos de 1 dólar mensual.
El popular cachito, infaltable, en otros tiempos, en la lonchera de un estudiante, ronda los 1 y 1,50 dólares, según su relleno (jamón, acompañado con queso o tocineta). El pastelito, hecho con una masa a base de hojaldre, un poco más costosa, escala hasta los 2-3 dólares.
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Un sándwich, cargado con jamón, queso y tomate (opcional la lechuga), tiene un costo de entre 1-2$ según los ingredientes.
Almuerzos
Con mayores opciones, el almuerzo en la calle representa la más importante para aquellos que, en medio de la pandemia y medidas de cuarentena, deben consumir alimentos no preparados en sus hogares por diferentes motivos.
El precio de un pollo a la broaster, acompañado de papas o arepitas, ronda los 8-10 dólares. La mitad de esté se ubica en 4 dólares.
La pizza, de tamaño pequeño, tiene un costo de 5$ y puede escalar, según sus ingredientes, hasta los 8$. La parrilla mixta, con embutidos, carne y pollo, se encuentra entre los 5-8$.
Un trozo o slice de una pizza, que también puede ser llamado “minipizza”, se encuentra entre los 0,60 y 1,50$.
El popular “sopa, seco y jugo”, compuesta por una sopa o consomé (pollo o carne), carbohidratos (arroz, pasta o puré), y una ensalada, además de una bebida de preferencia, cuesta entre 6 y 8$.
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Al momento de cuestionar los altos precios con uno de los vendedores de un local consultado, la respuesta fue “es que todo está caro”, sin entrar en detalles en el modelo de costos aplicados para los productos ofrecidos.
Una opción un poco más alternativa es el ‘sushi’, pescado crudo o tempurizado con otros ingredientes. Según sea la cantidad a pedir, 6 o 12 rolls, se encuentra entre los 8$ y 16$.